Volumen XVII

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[ Salgan juntos como la pareja de enamorados que son]

Gakushū no había dormido más de tres horas. Había pasado la semana entera planeando el cumpleaños de Karma y a pesar de que tenía listo y perfeccionado hasta el más mínimo detalle, no había podido dormir mucho debido a la ansiedad. Y cuando se durmió al fin, soñó que ambos quedaban atrapados en una tormenta de nieve; vaya premonición. 

Intentó verse lo más decente posible antes de salir para recoger a Karma en su casa, incluso teniendo que optar por utilizar un poco de corrector de su madre para cubrir sus ojeras. Eran las dos de la tarde y sus padres, según le había dicho el pelirrojo por mensaje, se habían ido hacía horas. 

Cuando llegó a la casa de su novio, no hubo ni siquiera necesidad de llamar a la puerta; alzó la mano para tocar el timbre y la gruesa madera se abrió de repente. Gakushū volvió a reafirmar cuánto le gustaba Karma cuando lo vio recargado en el marco de la puerta, con una sonrisa radiante de oreja a oreja que hacía que sus ojos se volvieran ligeramente más pequeños. 

—Soy yo—dijo lo más inteligente que se le ocurrió y Karma rio en respuesta—. Feliz cumpleaños.

—Gracias —salió de casa, cerró la puerta y miró a su novio con atención y una pizca de impaciencia—. ¿Y mi regalo? —ladeó la cabeza.

—Bueno, aún no tenía planeado...

El pelirrojo negó con la cabeza, divertido, y se inclinó para darle un abrazo fugaz a Gakushū, quien permaneció inmóvil ante la sorpresa.

—Me conformo con eso por ahora—dijo.

—Ah.

La última vez que había estado tan cerca, que había tenido un contacto tan íntimo con Karma, había sido cuando lo tranquilizó aquella vez a en el armario de escobas. Se regañó mentalmente por haber permanecido estático y no haber correspondido. Pensó en pedirle a Karma otro abrazo, pero estaba demasiado avergonzado para eso; definitivamente tendría que acostumbrarse al contacto físico constante al ser novio de una persona con cero sentido del espacio personal.

—¿Te comió la lengua el ratón? —rió.

—No —o tal vez sí.

—Mejor pasa.

Asano entró a la casa, se quitó los zapatos como era costumbre y caminó hasta el sofá solo con sus calcetines negros; sabía que el hecho de que Karma y él fueran pareja no lo salvaría de las burlas si usaba sus calcetines de conejos.

—Pensaba en que podríamos pasar un rato aquí y después te daría tu sorpresa.

—Esa última parte me agrada —dijo para luego formar un puchero—, pero no debiste haberme dicho que había una sorpresa antes de darme la sorpresa, Gakushū. ¿Crees que es divertido hacerme esperar?

Si eso significaba que podría ver esos pucheros constantemente, claro que hacerlo esperar era divertido.

—No creí que fueras tan impaciente, Akabane.

Las cejas del pelirrojo se alzaron de inmediato.

—Eso —lo señaló con el dedo índice— suena a un reto, pero como soy un ser benevolente y tú tienes una sorpresa para mí, lo dejaré pasar por hoy, Asano.

Y así pasaron cerca de una hora, riendo y recordando anécdotas divertidas de sus competencias o de las bromas del oji cobre —este último riéndose ligeramente más fuerte en esas mientras que Asano reía—.

—¿Quieres ir a mi habitación? —Y a pesar de que habían estado en esa habitación la noche anterior, la proposición le tomó por sorpresa y el instinto de Asano fue abrir los ojos de par en par—. Para ver una película —aclaró rápidamente, luchando contra un ligero sonrojo.

Cómo comenzar a salir con un delincuente [Asakaru]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora