Volúmen VI

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Pasar tiempo juntos es primordial]

—Vaya, sí que estudian mucho —burló Karma en el segundo en que abrió la puerta

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—Vaya, sí que estudian mucho —burló Karma en el segundo en que abrió la puerta. 

Se veía mucho mejor que en la mañana. A pesar de que siempre había sido más pálido que Gakushū, su piel se notaba más sonrojada y viva, y su ropa casual le daba un toque mucho más juvenil que el uniforme escolar.

—Sakakibara se hizo cargo de la reunión por mí —respondió, lanzándole la mochila, confiando en sus reflejos. 

Justo como creyó, el objeto fue rápidamente atrapado por los brazos del otro. 

—No le pusiste nada adentro, ¿cierto? —alzó una ceja mientras abría su maleta lentamente.

—No soy tú —dijo, haciendo reír al pelirrojo. 

Gakushū no pudo evitar sonreír al ver los dos pequeños caninos que sobresalían de los labios de Karma. Eran tan... bonitos.

—¿Quieres pasar? Ordené una pizza —Asano se mostró sorprendido. ¿Karma lo estaba invitando a comer? ¿Eso contaba como cita?—. Está bien si no puedes.

—¿De qué es la pizza? —preguntó con una ligera sonrisa.

Akabane asintió, también sonriendo, y lo dejó pasar para luego cerrar la puerta detrás de ambos. El peli naranja permaneció junto a la entrada, admirando todo con detenimiento.

—Deja tu zapatos y entra —dijo Akabane caminando hacia su sofá. 

Gakushū dejó sus zapatos junto a la puerta, permaneciendo solo en calcetines. Agradeció haber utilizado unos negros lisos y no algunos con figuras de conejitos... eso hubiera sido vergonzoso.

La última vez que Gakushū había estado en el hogar de Karma había sido durante sus años de educación primaria, cuando un maestro les dejó hacer un trabajo juntos. En sí, la casa no había cambiado mucho; si acaso, el silencio era mucho más abrumador.

—¿No están tus padres? —preguntó el peli naranja, caminando con cuidado mientras miraba las pinturas de las paredes y alguna que otra figurilla de cristal sobre la mesa de centro en la sala.

Karma se limitó a negar con la cabeza.

—El baño está ahí —señaló una puerta blanca—, por si quieres lavarte las manos. 

Asintió y fue hacia allí. Intentó no pensar mucho en los bonito —y limpio— que era todo; desde el espejo, hasta el piso de madera pulida. Salió de ahí lo más rápido que pudo. 

—Tal vez debería enfermarme más seguido —habló una vez Asano entró a la sala—; así tú podrías hacer mi justificante por enfermedad y yo podría quedarme aquí —se tiró sobre el sillón de terciopelo gris claro.

Cómo comenzar a salir con un delincuente [Asakaru]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora