Volúmen V

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[ Admita sus sentimientos hacia él; la aceptación es un gran paso ]

[ Admita sus sentimientos hacia él; la aceptación es un gran paso ]

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Le gustaba Karma.

Pensó cuando entraron a la secundaria y aún estaban en el mismo edificio; lo que sentía cada vez que lo veía caminar por un pasillo con su amigo de cabello azul. Cómo su corazón se aceleraba cuando lo encontraba en el baño de vez en cuando. 

Recordó lo que el único pensamiento que tuvo mientras caían de la rama el día anterior era que no quería que Akabane se lastimara.

Le gustaba Karma, y le gustaba desde hacía mucho. 

—No sé qué decir... De verdad no lo sabía —dijo una vez lograron salir. 

Luego de haber tranquilizado a Karma, volvió a empujar la puerta de metal y esta cedió como por arte de magia. 

—No importa —le restó importancia con un gesto para salvaguardar su dignidad—. Ahora solo tengo que ir a vomitar —rió metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón—. Quiero ir a casa. 

—Levantaré un reporte por enfermedad; no tendrás inasistencia. 

El pelirrojo asintió y dio media vuelta, encaminándose al baño más cercano. 

Luego de ver a su compañero alejándose por unos segundos, se obligó a sí mismo caminar hacia el lado contrario. Mientras subía las escaleras hacia su salón, Asano sintió una opresión desconocida en el pecho.

¿Lástima? No. Culpa. 

Suspiró con resignación. Volvió a bajar las escaleras y se encaminó al baño a toda prisa. 

El sonido de las arcadas lo recibió al instante solo para hacerlo sentir peor de lo que ya se sentía. ¿Qué necesidad tenía Karma de estar vomitando en un baño del campus de Kunugigaoka a las siete de la mañana? Ninguna, pero él decidió que era buena idea encerrarse con él en un armario de escobas de dos por dos. 

La culpa era un sentimiento extrañamente nuevo para él; sin embargo, pronto descubrió que no le gustaba, y solo se le ocurrió una manera de intentar que se fuera.

Caminó hasta el cubículo ocupado que permanecía abierto, dejando ver a un pelirrojo hincado e inclinado hacia el retrete.

Agradeció que nadie usara los baños del primer piso y se hincó detrás de Akabane para luego comenzar a dar ligeras caricias en su espalda.

¿Fisiológicamente inútil? Tal vez. ¿Lo único que su cerebro le mandaba a hacer? Efectivamente.
 
—Tranquilo —susurró lo que se diría a sí mismo si él fuese quien estuviera vomitando. 

Karma no respondió, pero tampoco hizo el amago de apartarse, así que continuó haciendo círculos sobre el saco negro hasta que el sonido de las arcadas cesó. 

Cómo comenzar a salir con un delincuente [Asakaru]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora