Volumen IX

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Era lunes y la confianza de Gakushu se había ido con el fin de semana

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Era lunes y la confianza de Gakushu se había ido con el fin de semana.

Había pasado los últimos dos días buscando indirectas. La mayoría de lo que había encontrado en su exhaustiva búsqueda por internet, le parecía ridículamente tonto; tenía suerte de haber encontrado su pequeña lista de diez.

Él jamás había enviado indirectas, él las recibía. En ese momento, se maldijo mentalmente por no recordar ninguna de ellas.

—¿Estás bien, amigo? —preguntó Ren a la hora del almuerzo.

Ambos se encontraban en la cafetería de la escuela, desayunando tranquilamente. La mayoría de los alumnos de las Clases C y D hablaban y reían mientras que los de las dos Clases principales estudiaban aún almorzando, solo recordándole a Gakushū que tenía poco tiempo restante para estudiar para los exámenes.

Como fuera, esa no era su preocupación principal en el momento.

—¿Cómo se te ocurren todas las estupideces que les dices a las chicas siempre?

El castaño casi se ahoga con su jugo de naranja. Asano creyó que le preguntaría el por qué de la pregunta —que quién le gustaba—, sin embargo, no fue así.

—¿¡Cómo que estupideces!? —reclamó con indignación—. Se llama poesía, y es todo un arte, Gakushū.

—Ajá, claro. ¿Cómo se te ocurre esa arte?

—Es mi talento nato —alardeó.

Un par de chicas de la Clase B pasaron al lado de su mesa y saludaron a ambos. A pesar de los intentos de Ren por acaparar la atención, ambas chicas terminaron sonrojándose y riendo por un simple asentimiento por parte del peli naranja.

—Sí —dijo Asano, mirando a su amigo quien tenía un puchero en los labios—. Talento nato.

—Mi talento nato se pierde cuando estás al lado de mí—rodó los ojos—. Dejaré de pasar tanto tiempo contigo —bromeó.

A pesar de que sabía que su amigo solo se burlaba de él, una nueva inseguridad surgió en su pecho.

—Realmente crees que podría conquistar a cualquier... persona, ¿cierto?

—¿Tú? —alzó una ceja y se llevó una rodaja de sushi a la boca—. Tienes conquistada secretamente a toda la escuela —habló con la boca llena y luego tragó antes de continuar—. Todos están solo esperando a que los aceptes.

Se preguntó si Karma Akabane formaba parte de ese "todos". Debía admitir que, a pesar de todo, tenía miedo. Normalmente, era bastante seguro de sí mismo, pero cuando pensaba en el pelirrojo esa seguridad dejaba de existir.

Siempre había sabido que tenía estándares altos en términos de... básicamente todo, y ahora era bastante obvio para él que Karma era la única persona que conocía que encajaba en todas y cada una de sus exigencias sin siquiera intentarlo. Sí, él era atractivo físicamente, inteligente, y demás, pero Akabane era solo... demasiado.

Cómo comenzar a salir con un delincuente [Asakaru]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora