Volumen XI

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[Piense en algo que le guste a esa persona, que la haga feliz]

Gakushu estaba dispuesto a comprar un camión lleno de leches de fresa si era necesario

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Gakushu estaba dispuesto a comprar un camión lleno de leches de fresa si era necesario. 

De alguna manera, había conseguido aumentar su confianza en sí mismo —después de su humillación de la huida, y luego lo de la luna a las tres de la tarde, nada podía avergonzarlo ya—, así que se había propuesto que Karma terminaría siendo su novio de una forma u otra antes de las vacaciones de invierno, que comenzaban en dos semanas.

Cómo iba a hacerlo, esa era la cuestión.

Durante la última clase del día, comenzó a planear lo que haría luego de la reunión de estudio: Iría directo a casa, llamaría a la empresa que fabricaba las leches de fresa que Karma tomaba y conseguiría que le llevaran un camión entero al pelirrojo hasta la puerta de su casa.

—Asano-san —escuchó la voz de su maestro y alzó la vista, ya alistándose mentalmente para responder cualquier pregunta que este pudiera hacerle. .

Pero con él no se utilizaba ese honorario, no era a él a quien el mayor se refería. Giró la vista hacia la puerta y ahí estaba él, la mayor autoridad de la escuela, sonriendo hipócritamente.

—Hikaru-san —saludó—. ¿Podría permitirle a Asano-kun salir un momento?

Lamentablemente, esta vez, sí se referían a él.

Pudo sentir las miradas de todos sus compañeros, de Ren, e incluso del maestro, sobre él. Gakushū jamás había sido sacado de una clase para ir a la dirección, mucho menos por el mismísimo director.

Tragó saliva.

—Claro. Asano-kun, tómate tu tiempo —dijo su profesor, con una mirada incrédula que alternaba entre el par de peli naranjas.

—Gracias.

Se levantó de su banco.

—Trae tus cosas—la voz de su progenitor sonó tan tranquila como siempre, pero para él fungía como sentencia.

Luego de salir de aula con su mochila y pertenencias, Gakushū siguió al director en completo silencio hasta su oficina. Una vez allí, se sentó y esperó.

No había hecho nada malo, se dijo a sí mismo. De igual forma, comenzó a repasar los últimos días en su cabeza.

Oh.

Oh.

—Así que... —se sentó en su silla y se inclinó sobre el escritorio, posando su mandíbula sobre sus manos de manera intimidante— el presidente del concejo estudiantil no ha asistido a las reuniones de estudio.

—Yo las creé, no es imposición de la escuela ni una obligación mía el asistir —se defendió de inmediato—. Ren se ha estado haciendo cargo.

O eso esperaba, al menos.

Cómo comenzar a salir con un delincuente [Asakaru]¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora