𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 47

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Hades Santoro

—Stephen es el infiltrado—suelta Adara apenas atiendo la llamada

—¿como?—pregunto poniendome de pie

—el es el infiltrado entre nosotros—susurra—. Lo vi Hades, vi como salía de la mansión luego de hablar con mi padre y el Boss. Dijo que les había hecho creer que estaría visitando a sus padres.

La sangre me empieza hervir por dentro mientras que Adara respiraba agitadamente.

—cariño necesito que te calme—pido

—no puedo—susurra con la voz rota—. Confíe en el Hades, confíe demasiado. Pasaba a mi lado cada minuto del día y siempre me vigilaba, jamás crei que el fuera capaz de hacerme daño. Fue el quien puso el Ajenjo y mato a las del servicio, lo hizo para desligarse de las sospechas.

—no fuiste la única que confío en el, así que cálmate porque estoy a millones de kilómetros de distancia y no puedo calmarte como me gustaría.

Adara toma profunda bocanadas de aire, poco a poco su respiración se fue regularizando hasta que volvió a la normalidad.

—óyeme bien—le exijo—. Vas a tumbarte en tu cama y trataras de descansar, no deseo que te enfermes y el médico no pueda verte.

—esta bien—responde más tranquila

—descansa.

—te quiero—susurra

—tu sabes que yo te amo—le recuerdo

—no veo la necesidad de repetirlo—ríe suavemente—. Adiós

—adiós

Cuelgo la llamada y dejo el celular en el bolsillo de mi pantalon.

El recuerdo de Adara llorando sobre mis brazos por su aborto me golpeo con fuerza. El maldito cabron se burlo en mi propia cara y yo no me di cuenta dejando que le hicieran daño a la mujer que más amaba.

Iba a pagar todo apenas pisara Italia.

•••••••••

Horas más tarde Alessio me informó que Luca había llevado a Stephen a la celda en la cual estaría encerrado hasta que se me diera la gana de matarlo finalmente.

Camino hacia la celda y al entrar Stpehen me miro con confusión. Mi puño se estrella con su mandíbula y pude sentir como un crujido inundó la celda junto un gemido lleno de dolor.

—Stephen—sonrio de lado—el maldito infiltrado de los putos Rusos de mierda

El sonríe con la boca llena de sangre por el golpe que le propine y la sangre me hierve aún más por dentro.

—lo sabes, ¿no?

—claro que lo sabe maldito bastardo—habla Flavio—. Esto será rápido si así lo deseas, ¿cuantos más?

—solo yo—confiesa

—¿cuanto te pagaron?—pregunto—. Estabas claro lo que pasaría cuando supiera la traicion que podían cometer y nadie por más que me odie ha tenido los huevos para hacerlo, así que dime Stephen, ¿cuanto te ofrecieron con tal de irte de chismoso a Rusia?

—millones, más de lo que tu me pagabas con tal de ver a tu mujer

Asiento mientras me arrodillaba frente a el y tomaba su cabeza con fuerza.

—esto—golpeo por segunda vez su rostro—es por haberle provocado el aborto a mi esposa—vuelvo a golpearlo por tercera vez—esto es por matar a las del servicio—un cuatro golpe lo deja atontado—esto es por tus mentiras hacia mi—quinto golpe y la sangre salpica—y este porque se me plazca romperte la puta cara.

𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒑𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora