viii. drunken ryu

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― ¿Y qué tal? ¿Qué piensas de ellos? ―Chishiya tomó lugar al lado de Kuina, la chica sonrió cómplice y movió un poco su cabeza.

―Son lindos.

Arisu y Ryu entraron detrás del sombrerero a la sala de juntas, ambos chicos se quedaron parados en la puerta sin tener idea de lo que pasaría dentro de esas cuatro paredes.

―Doy por iniciada la junta ejecutiva, los que no tengan nada que hacer aquí váyanse ―el número uno ya no se escuchaba tan alegre como siempre, Ryu se preguntó si debería preocuparse por eso.

Todos los miembros ejecutivos tomaron asiento en una larga mesa con un mantel color crema, Aguni y el sombrerero se sentaron en las puntas de la mesa y si las miradas mataran, sería difícil deducir cuál de ellos estaría bajo tierra primero.

Chishiya sacó su mano del bolsillo para saludar a los nuevos integrantes del consejo, Arisu lo reconoció del juego pasado, mientras que Ryu se sorprendida de la cantidad de veces que se lo podía encontrar en un día.

―Dos de picas, seis de picas, cuatro de diamantes, dos de tréboles, son los cuatro ―Mira dejó las cuatro cartas obtenidas esa noche sobre la mesa justo enfrente del sombrerero ―hasta ahora no hemos encontrado ninguna carta con figura ―la mujer vestida de negro movió su silla para poder tomar asiento junto a los demás.

―Si esas cartas no existen, solo nos falta el diez de corazones ―la observación fue hecha por Kuzuryū quien cruzó sus manos apoyándose sobre la mesa.

Arisu y Ryu se miraron entre si, sus miradas lo decían todo, ¿para qué habían sido llevados ahí si no estaban haciendo nada?

―El diez de corazones... Esa nunca nos ha tocado en un juego.

―Tal vez exista una condición, para que la carta pueda aparecer ―Ann se recostó completamente en el espaldar de su silla, su vista estaba perdida en la tela que cubría la mesa ―debe de estar fuera de la ciudad.

―Aún no hemos registrado un juego a las afueras de Tokio.

―Tal vez porque aun no lo hemos investigado lo suficiente ―respondió la mujer con una mirada imponente sobre el hombre de lentes.

―La estrategia no cambiará. Seguiremos investigando las arenas de juego en la ciudad, revisen que tengan días en sus visas, y estén alertas por ese diez de corazones ―el sombrerero acomodó su bata de baño roja ―yo necesitare recargar mi visa pronto.

El comentario no pasó por desapercibido de Aguni, el cual intercambió miradas con Niragi, Ryu solía ser observador si se lo proponía, y los pequeños mensajes del silencio no se le escapan, algo tramaban esos dos y no parecía ser algo bueno.

―Existe un modo de ganar muchos días para la visa ―Mira cerró su libreta deslizando ésta por la mesa.

El sombrerero se inclinó más, escuchando atento lo que la mujer tuviera para decir.

―Los corazones te dejan jugar con los sentimientos de todos los demás. Si llevas a los que menos te importa que muera, hay una alta probabilidad de que sobrevivas ―mientras explicaba aquello, una sonrisa algo tétrica se extendía por su fino rostro ―como en el juego de siete corazones que Arisu completó, lo mismo le sucedió, ¡no necesitas pensar para estos juegos!

El nombrado sintió su pecho llenarse con el sentimiento de culpa de nuevo, Ryu notó el cambio de ambiente, no podía decir mucho en esos momentos pero un pequeño apretón de hombro fue suficiente para que Arisu dejara de pensar un poco en la pérdida de sus amigos.

―Como alguien que completó un juego de corazones, ¿tienes algún consejo para nosotros? ―el sombrerero extendió su mano hacia Arisu mientras una sonrisa pintaba sus mejillas, el hombre comenzó a reír poniendo incómodos a ambos jóvenes.

𝗻𝗼 𝘁𝗶𝗺𝗲 𝘁𝗼 𝗱𝗶𝗲, aibDonde viven las historias. Descúbrelo ahora