𝗻𝗼 𝘁𝗶𝗺𝗲 𝘁𝗼 𝗱𝗶𝗲, aib

ix. the plan

Al día siguiente Ryu despertó con una ligera resaca, sus ojos ardían un poco y se sentía un tanto desorientado, pero nada que una patilla y un vaso de agua no pudieran arreglar.

Aún conservaba recuerdos borrosos de la noche anterior, una figura blanca era la única imagen que no podía deducir que era, suponía que su sobriedad se había ido al carajo mientras estaba con Arisu y el sombrerero.

Estaba consciente de que quizás había dicho y hecho cosas que no debía, pero siendo que cualquier día podría ser el último, realmente no tenía tiempo para arrepentirse.

Después de ponerse una muda de ropa nueva y de lavarse la cara para terminar de despertarse, abandonó su recamara yendo en busca de Usagi y Arisu.

—Buenos días —Usagi saludó al chico cuando lo encontró por los pasillos de las habitaciones.

—Para ti son buenos días —el menor masajeo un poco su cien aún estando un poco mareado —juro que jamás voy a volver a beber.

Ambos sabemos que no vas a cumplir esa promesa.

— ¿Sabes dónde está Arisu? No lo veo desde anoche.

—Debe de estar en su habitación todavía, ven, te llevo.

Ryu rodeó con su brazo los hombros de la chica mientras sentía unos ojos quemándole la espalda. Al llegar tocaron la puerta varias veces, pero nadie abrió.

—Debe de estar dormido.

—Vamos, a entrar —el chico se tomó la libertad de abrir la puerta siendo seguido por la escaladora.

Ambos asomaron sus cabezas por la habitación encontrándose con un Arisu profundamente dormido en la comida de su cama.

— ¿Cuanto más piensas seguir durmiendo? —Preguntó la pelinegra alzando su voz lo suficiente para que la escuchara.

—Así no va a despertar —Ryu se acercó para quitarle las sábanas de encima, el chico se quejó aún medio dormido mientras Usagi corría las cortinas dejando paso libre a la luz.

— ¿Bebieron de más?

—Puede ser, quien sabe, depende de quien pregunte —una sonrisa se extendió por el rostro del menor mientras tomaba asiento en una de las sillas libres en el cuarto.

— ¿Conseguiste información? —La garganta de Arisu estaba seca, hablar le costaba más de lo normal y sus ojos pesaban todavía.

—Todavía nada —ella negó con la cabeza quedándose de pie junto a la ventana.

—Debo ir a buscar información —el chico usó su máximo esfuerzo para levantarse de la cama y estirar su cuerpo.

—Yo que tú primero me doy un baño, tomo un vaso de agua y luego voy a hacer otras cosas —Ryu intervino en la conversación —en serio, te hace falta.

—Parece que le agradaron al sombrerero. Los militares se enfocarán en ustedes, tengan cuidado —Usagi tomó una de los cojines del cuarto para ponerlo en su lugar —no saben lo que les pueden hacer.

—No soy el preferido de dios, no me voy a preocupar por ellos ahora —Ryu se levantó de su asiento y suspiro —este lugar me parece cada día más retorcido.

«Mientras más te alejas de las calles de la ciudad, más solas están. Dicen que parece convertirse en un tipo de jungla, por eso decidieron no ir más a ese lugar» eso era lo único que habían conseguido de un par de personas en la alberca.

Dentro del bar no era la excepción «Solo hay arenas de juego en la ciudad» le había dicho una chica a Ryu. Después de un par de manoseadas de gente desconocida, pudo salir del bullicio para ir en busca de alguien que le pudiera decir algo más.