Capítulo 11: Ciclo.

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"Toma tus miedos, tus tristezas, fracasos, y vuélvelos tus admiradores" Elizabeth Saint Black.

De la propia historia:

Un hombre no muy alto, de barba cerrada, y ojos cafés oscuros, entró a uno de los bares de la capital, caminó hasta el fondo para luego sentarse, ahí ordenó una cerveza y esperó.

—¿Así que es cierto? —le preguntó Isaac el Cazatalentos cuando estuvo cerca.

—Lo es, tú dirás si estás listo —dijo aquel sujeto con una leve sonrisa.

—Primero dime ¿Por qué no debería denunciarte? —indagó Isaac.

—Porque llevas años investigándome, lo sé, te intriga este don que me fue conferido ¿Sabes lo que significa no? La libertad —expresó él con mucha confianza.

—Al principio era un rumor, luego la "Nueva Magia" comenzó hablar del poderoso Sven el que libera, me pareció una ridiculez, pero debo admitir que las cosas han cambiado, ya no eres un mito —explicó Isaac.

—Me ha tomado mucho tiempo comprender mi poder, ahora sé que puedo darles a todos la oportunidad de poder amar, ¿no es lo que siempre han querido? Tú también puedes serlo, si vas y me acusas la Academia enviará a sus Inversionistas a acabarme, pero si te quedas a mi lado, yo lograría liberarte, sé qué en el fondo de ti, esperas eso —propuso Sven viendo a un confundido Isaac.

Pensamientos de James:

No pude dormir toda la noche después de ese beso, solo quería que amaneciera para poder hablar con ella, así que mantuve en vela. Mi mente ideó las conversaciones y en todas terminábamos juntos, aunque quería evitarlo, vaya que, si sentía muchas expectativas.

Con los primeros rayos del amanecer, salí de mi habitación y me dirigí hasta la cafetería, ahí me encontré a Paula que parecía un fantasma, no tenía esa expresión jovial de siempre, al contrario, se miraba indiferente, triste e incluso apagada.

—¿Sucede algo? —le pregunté.

Ella negó con la cabeza, luego se levantó de su asiento, y se marchó con un café en la mano, parecía que no durmió en toda la noche, pero no quise seguirla, pensé en darle su espacio.

Me senté en una de las sillas y analicé que podía hacer, no fue hasta que la puerta de la cafetería se abrió, entró Irina, acompañada del director Jonathan, se le notaba tranquila, como si no tuviera ni un solo vestigio de la resaca. Al contrario, estaba radiante, al verme me sonrió y pasó de largo, yo me quedé viéndola, sin saber qué hacer.

En un momento sentí un profundo temor de que ella ni siquiera recordara lo sucedido, y yo ya me había armado la película en mi mente.

Terminé el café, esperé, y cuando salieron de la cafetería fui tras ellos, a mitad de pasillo el director se fue a conversar con la profesora Kate Instar, así que aproveché para acercarme a Irina que veía su celular.

—¿Y la resaca? —le pregunté en voz baja.

—Con la ducha desapareció, gracias por llevarme a mi habitación, dios no puedo recordar nada —susurró ella con una sonrisa.

—¿Hasta dónde recuerdas? —indagué.

—Cuando subí al coche de regreso, después de eso todo está en blanco —comentó ella.

Yo me sentí como un tonto, pero le sonreí.

—Si estás libre en la tarde, ven a verme, tendré un ensayo de la obra, me gustaría saber tu opinión —me invitó Irina animada.

—Claro, envíame la ubicación —respondí.

Luego de eso se despidió, y se marchó junto a su padre.

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