Capítulo 7: Secretos sobre la nieve.

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"¿Por qué no hacer por los demás lo que nunca nadie hará por ti?" Paula C. Miller.

Pensamientos de Paula:

Llevábamos dos semanas en ese lugar y a pesar de que era enorme comenzaba a cansarme, además, teníamos tres días encerrados a causa de la tormenta creada por Sandy con el fin de interactuar más con la familia. Sentía que de seguir conversando con Arthur moriría, era de aquellos hombres que suelen saberlo todo acerca de cada cosa, no existe más opiniones que la suya, a su gusto todo está mal menos lo que él diga y piense, cada minuto que conversaba con él, tenía la percepción de que mi colágeno se acababa, el tiempo era eterno y me hacía vieja.

Por su lado, Elizabeth lidiaba mejor con él, ya que conversaba más con Susan, una joven de lo más encantadora, venía de una familia acomodada, así que no era una cazafortunas como al principio pensé, lo único que no comprendía era que hacía ella con un hombre como Arthur ¿Qué podía atraerle? Sin duda los caminos del amor son algo muy misteriosos.

Para cuando vi por la ventana noté como la nieve seguía cayendo, los poderes de Sandy crecieron mucho, pues no me imaginó la cantidad de magia que usó para crear algo así.

Eran más de las diez de la noche, y a lo lejos alcancé a dilucidar pequeñas luces que provenían de las casas lejanas, ya todos nos habíamos despedido, por lo que pensé en irme a acostar, pero algo llamó mi atención, ya que una pequeña sombra pasó muy veloz entre la nieve, aunque a mitad del camino se detuvo supuse que era por el frío porque se acomodó con gran dificultad el abrigo, no alcancé a notar su rostro por eso bajé lo más rápido que pude las escaleras.

Al llegar a la puerta vi como Joanne se paseaba por la casa así que me volví invisible, pasó a mi lado y cuando estuvo lejos, abrí despacio la puerta para salir a prisa, seguí los mismos pasos que aquella persona dejó marcados sobre la nieve, así fue como llegué a una de las cabañas que rodeaban la casa, en la que se quedaban los empleados. Me asomé por la ventana, pero no vi nada, entonces di la vuelta y al doblar la perilla de la puerta me di cuenta de que no tenía seguro, me adentré poco a poco, noté sobre el sofá el mismo abrigo que llevaba aquella persona que vi hace unos momentos. Sentí un leve aroma que mi mente reconoció de inmediato, sin embargo, quise confirmarlo, así que llegué a la habitación principal, la puerta estaba cerrada por lo que me recliné sobre la madera, escuché como discutían hasta que de pronto la puerta se abrió de golpe y yo salté para no chocar con Abby quien se detuvo debajo del marco de la puerta.

—Te molestas porque me hice amiga de James, el camarógrafo, pero yo no puedo decirte nada cada vez que te veo hablando con esa tal Julia, deberías valorizar lo que he hecho por ti ¡Daté cuenta que robé las joyas de mi abuela por ti! Y no tienes una maldita idea de lo mal que me siento —exclamó Abby furiosa, luego caminó directo a la puerta, pero Ayud la tomó por la cintura.

—Esas joyas serán para nosotros, con el dinero podemos comenzar de nuevo en otro lugar, además, puedes verlo como tu parte de la herencia, piensa ¿Qué diría tu abuela si se entera de que eres novia del chofer? Jamás aceptará nuestro amor, sé que no estuvo bien tomar las joyas, pero en su momento diremos la verdad —afirmó Ayud tratando de calmar a Abby.

—Estoy planeando devolverlas, tengo ahorros con los que podemos vivir —murmuró ella pensativa.

—Juntando nuestros ahorros no llegaremos muy lejos, sabes bien que, al irnos de aquí, seremos perseguidos, necesitaremos más que simples ahorros para poder lograrlo, pero es algo que debes pensar, no haré nada que tú no quieras —aseguró Ayud, luego la comenzó a besar de manera apasionada.

Antes de que pasaran a algo más salí de la cabaña. Estaba muy asombrada, pues ya sabía que sucedió con las joyas, pero era mucho más complicado de lo que pensé, no pude esperar hasta mañana, así que llamé a todos para conversar en mi habitación.

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