Capítulo 31: Eli, I.

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"Cuando no esperas nada, todo llega"

Espere cerca de una hora a las afueras del condominio que servía como coworking en espera de que el periodista saliera. Cuando al fin lo reconocí por su parecido con la foto que saque de su página donde estaba mi video, corrí directo a él y coloque mi mano en su hombro, pero como él iba hablando por teléfono ni siquiera se dio cuenta y siguió su camino, así que tuve que situarme frente a él.

—¿Qué hace? Muévase —exclamó con desagrado, aunque no moví ni un pie.

—Quiero hablarle —aseguré.

Él me vio a los ojos y luego colgó su llamada.

—¿Qué quieres? —me preguntó con molestia.

—Tiene un video en su página sobre el accidente de anoche en aquel club, quiero que lo retire —le pedí.

—Me temo que no se va a poder, además a estas alturas ya lo debe tener la policía —afirmó el periodista con una sonrisita.

Me llevé una mano al pecho e inhalé profundo.

—¡Espera un momento! Tú sales en el video ¿Qué sucedió? —inquirió ese hombre que busco entre sus cosas una grabadora de bolsillo.

—Es mejor que me vaya —susurré y camine lo más aprisa que pude.

Ese idiota me siguió varias calles y aunque trate de evadirlo, poco me sirvió porque en un callejón se atrevió a sujetarme del cabello.

—Será mejor que hables ahora, o buscaré otros métodos, mis amigos, los policías pueden sacarte toda información de maneras menos sutiles —susurró.

En ese instante se me colmo la paciencia ¡Estaba harta! De todo este maldito mundo de mierda, así que levante mi mano derecha de la que varias sombras salieron, las cuales envolvieron al tipo y lo quebraron de las piernas cuál si fuera un juguete.

—¡Joe! Este sacrificio es para ti —anuncié y las sombras me rodearon.

—¿Qué quieres a cambio? —me preguntó.

—Quiero saber dónde está Paula —le pedí.

Joe emitió una risa gutural y luego desapareció llevándose consigo al periodista quien grito sin poder parar.

Puedo asegurar que en ese momento le tome el gusto a entregar almas a las sombras, pues tuve el deseo de encontrar hasta mi primer amor de primaria. Fue como un juego perverso que se activó en mi mente, quería matar lo que fuera, pues, solo así, sentí que ese maldito dolor que se alojó en mi vida aminoraba un poco.

Abrí el frasco con calmantes y tomé un puñado de pastillas, estaba lista para entregar todas las almas que pudiera, enloquecí en ese instante.

Camine despacio por esas calles poco transitadas, lleve mi mirada de un lado a otro, tenía la sensación de que no podía enfocarme en nada concreto, estaba muy confundida y apartada de la realidad, fue como danzar en un sueño.

No supe cuánto tiempo estuve así hasta que una camioneta blanca se estacionó frente a mí y de ahí descendieron tres hombres fornidos quienes me tomaron de los brazos y me condujeron a su vehículo, quise luchar, pero estaba tan drogada que ni hablar pude.

Oí, algunas palabras que me decían, aunque no pude entender a qué se referían, solo me quedé con la vista puesta en el paisaje.

Entramos a un enorme estacionamiento y luego me llevaron a un elevador que estaba en el fondo, cuando escuché un "ling" y las puertas se abrieron supe que estaba en problemas, puesto que el lugar estaba repleto de policías.

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