Capítulo 29: James, torbellino.

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"El ingenio es un poder sublime"

Me dirigí a uno de los balcones, estaba furioso, pues me sentí como un tonto porque por mi culpa expulsaron a Paula, o al menos así lo percibí.

—¿Estás bien? —me preguntó la profesora Kate Instar.

—¿Cómo estarlo? Si por mi culpa sucedió lo de Paula —dije y noté como el semblante de la profesora cambio.

—¿La has buscado? —averiguó Kate.

—Por todas partes, pero parece que se esfumó —respondí desganado.

Kate asintió y se situó a mi lado.

—Si sabes algo de ella, por favor, avísame. Yo estuve a cargo de ella y me siento responsable —expresó Kate con cierto halo de tristeza.

—No se preocupe en cuanto sepa algo, le diré —dije.

—Gracias, por ahora estoy de vacaciones, acabo de regresar de un viaje y pase a traer unas cosas, aun así, sin importar el día o la hora puedes hablarme si te enteras de lo que sea de Paula —me pidió Kate, luego se marchó.

...

Recibí un sobre de la profesora Adeline Craine, al abrirlo descubrí que se trataba de mi siguiente misión que consistía en capturar a varios presos que escaparon de la cárcel para brujos ubicada en un espeso bosque de Rumania.

Sentí que mi amistad con Irina y todos aquellos momentos que pasamos juntos fueron sepultados por lo sucedido con Paula. Aunque algo me supo diferente esa ocasión, pues estaba conforme con eso, el dolor al que me había acostumbrado desde la noticia de su compromiso desapareció para dar pie a un estado de resignación que removió toda emoción en mí.

Irina era un ángel con acciones de demonio, bondad envuelta en malicia, una persona como todos. Un segundo era una salvadora para al siguiente convertirse en verdugo y yo ya no estaba dispuesto a ser un peón.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó Emma Edroll, la chica que conocí hace algún tiempo, quien se ganaba la vida como doble de riesgo e iba para cazatalentos.

—Sí, ¿por qué? —murmuré.

—Luces pálido mucho más que la vez en que te conocí —expresó ella.

—No ha sido un buen día —contesté.

—Me han dicho que te buscara, compartiremos misión por así decirlo —reveló Emma.

—¿De qué hablas? —indagué.

—Tu trabajo es capturar a unos prófugos, y mi trabajo consiste en que una vez tú los recuperes, yo los convenza en unírsenos, pondré en práctica todo mi talento para que ellos accedan, así que mi trabajo depende del tuyo —puntualizó Emma con una sonrisa simpática.

—Ahora van a convencer a presidiarios de que regresen a la Academia —bufé irritado.

—Son tiempos desesperados, según dicen que muchos se están yendo con una organización, pero quién sabe, la verdad me mantengo al margen de sus chismes —comentó Emma y me agarro del brazo.

—Caminemos —indicó.

Yo accedí.

La compañía de Emma me sentó de maravilla porque logré relajarme por un momento, incluso el dolor de mi cuello se esfumó. Cuando terminamos de tomar el café, ella se despidió y yo me quede en uno de los balcones contemplando como el atardecer daba paso a un hermoso cielo nocturno.

—¿Podemos hablar? —me preguntó Irina que se situó a un lado mío.

—Ya cuento con toda la información sobre la misión —respondí con seriedad.

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