Humedad elevada

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—Aprendes demasiado rápido niña —felicita guardando el arma en su funda.

Dirijo la vista al hombre quien no se molesta en relucir sus cicatrices de batallas pasadas. Ni tampoco en contenerse en un entrenamiento.

Sentidos embotados, músculos adoloridos, brazos y piernas moretoneadas.

«Incluso Konan-sensei era más amable al pelear conmigo»

—Toma —llama y extiende una toalla.

Manos callosas rozan las mías, evidencia de años de práctica con un arma.

Entre más conocía, más apostaba, más arriesgaba...

—Sera mejor que descanses y te recuperes.

—S-Si.

Exhala—¿Hermoso lugar no? —habla en alto mirando directamente una torre visible desde nuestra localización.

La cámara de las espadas demonio.

Un lugar absolutamente vigilado y prohibido.

—No hay mejor lugar de práctica que este —afirma sin retirar la vista del edificio—. Mayor aún que la vigilancia en la aldea aumento considerablemente —palabras insinuosas, una mirada y una carcajada—. Después de todo no queremos atraer la atención, ¿No es así?

—Si.
.
.
—¡Nooooo! ¡Por favor no! —desgarra su voz mientras ojos derraman lágrimas.

Su desesperación es evidente, el terror está escrito en su cara, el dolor que refleja en su alma es percivible.

—¡Nooooo! ¡POR FAVOR NOOOOOO! —rompe su garganta en misericordia.

Intercala miradas entre su verdugo y el niño que la abraza con fuerza chillando de angustia, miedo, terror.

Si tan solo su pierna no estuviera herida, si tan solo su hijo hubiera huido cuando se lo ordeno...

—Haces mucho escándalo —el filoso hueso se alza, tan blanco como los dientes que enseñan una cruel sonrisa.

Ambos cierran los ojos con fuerza, la mujer gira contra su hijo aplastandole con su peso como último intento de salvación y protección.

—Muere...

En menos de un instante mi palma ha dado contra un tenketsu de su cuerpo seguido por otros. Frenética salto tomando impulso para propinarle una patada y usarlo de palanca para dirigirme al siguiente hombre repitiendo la acción, el sonido del algo cae se oye al tiempo que lanzo un kunai al tercer hombre de allí quien lo bloquea con éxito.

Gritos lejanos aparecen, limito a dar un vistazo detrás y correr percibiendo todos los hombres venir detrás de mi.

«Okaa-san huya lejos»deseo viendo las siluetas tornándose diminutas en cada segundo que pasa.

Rama en rama, aire contra las mejillas y un revoloteo en el estómago. Concentro chakra en los pies, aumento la velocidad, aprieto el kunai fuertemente contra mi mano. Las emociones están por desbordarse dentro de mi, tanta enojo, tanta tristeza, tanta angustia, tanto miedo... Tanto dolor que soportar día a día en soledad...

Aprieto fuertemente mis labios, sacudo la cabeza limitando a seguir, simplemente seguir lejos, muy lejos de esa mujer y aquel niño esperando, deseando que esten a salvó.

—¡Muere! —la primer arma es arrojada.

Sin tiempo de evadirla, concentro chakra en ambas manos hasta emanar por los dedos. El hueso impacta agrietandose, mis dientes se aprietan resistiendo en al aire el golpe y al segundo instante un dolor en el estómago hace que caiga observando los responsables que me han alcanzado.

Yo AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora