El estornudo resonó perdiendo el equilibrio del brazo en la mesa.
—Jiraiya, qué bárbaro, alguna chica está pensando en ti —aseguro con una sonrisa de satisfacción al levantar la cabeza.
Lastima que solo estuviera allí cenando tan temprano.
Acerco la mano a la taza y bebo el sake que contiene hasta la última gota. ¿Que hacía aqui tan solo un hombre tan galante?
—Ya casi es tiempo —dejo la taza en la mesa—. Ese chico estará bien. Mi investigación es más importante.
Sin perder tiempo me incorporo del lugar dirigiendo los pasos velozmente a la habitación.
Doy un vistazo al chico rubio que aún descansa, o más bien está inconsciente por la perdida de chakra.
El cabello rubio se le ha vuelto más dorado, las mangas de su suéter alcanzan apenas sus muñecas y ni que decir del pantalón.
«Es necesario llevarlo de compras»anoto mentalmente para no olvidarlo.
Sin duda las prendas que tiene han cumplido su función.
«Mañana seguro estará como si nada, que remedio»convencido desciendo por las escaleras y avanzo velozmente a la entrada.
El sol golpea mi rostro de lleno, el bullicioso ruido sobresale.
Puestos de comida o juegos por todos lados entretienen a las personas que van y vienen por las calles.«Y muchas chicas lindas»recalcó al instante.
De diferentes tamaños de arriba a abajo, de esculturales cuerpos cubiertos por yutakas o bonitas prendas estampadas con dibujos, bellas sonrisas y brillantes ojos, solas o acompañadas, ellas esperan, ellas necesitan compañía.
Nadie mejor que un caballero para acompañar a una linda damisela.
—¿Un festival?
—Es una buena oportunidad económica para este lugar.
—Vaya Jiraiya, que suerte tuviste en cruzar por esta pequeña aldea —me felicito a mi mismo de tal proeza.
Risas, encantadoras risas de mujeres alcanzan mis oídos.
«¿Que debería ser primero?»miro de un lado a otro.
Ubicó una bonita joven castaña, piel clara y tentativamente suave, yutaka naranja con radiante sonrisa.
Dirijo los pasos allí y un joven la intercepta tomándola por la cintura e intercambiar palabras robándole una sonrisa de esos labios rojos.
«No hay problema»busco de nuevo subiendo el ánimo.
Hay varias jóvenes frente al puesto de junto, ningúna compañía masculina.
—Hola lindas jóvenes —saludo justo detrás de ellas—. Soy Jiraiya y no puedo evitar ver lo bella que son, no soy de aquí y me gustaría que mostrarán todo el lugar.
Giran para encontrarnos de frente, ojos verdes, azules y castaños de gran esplendor me reciben, mirándose entre si, sonríen y con murmullos se alejan sin molestarse en dedicar una última palabra o mirada.
Tragando ese mal sabor de boca, optó por ver alrededor, avanzo al identificar una mujer sin compañía comprando una manzana con caramelo en un puesto.
Freno a su izquierda—Mi dulce dama, me haría el honor de acompañarle el resto de la tarde —anuncio dedicando una gran sonrisa y admirando el bello escote de tan lindo vestido.
La mujer atónita queda sin habla, el sonrojo decora sus mejillas sin apartar la vista de mi.
«Buen tamaño y forma»califico llevando la mano bajo mi barbilla.