—He terminado, por el momento.
Escucho anunciar su llegada, el ruido de sus pisadas y la lluvia caer más atrás de manera constante, no parece querer detenerse.
Ligeramente soy consciente del alrededor nuevamente, mis sentidos lentamente se agudizan y el cuerpo intenta relajarse.
«Duele...»toco el estómago intentando disminuir el extraño vacío que emerge en el interior al removerme un poco.
Reparo que el aroma de la comida no alcanza más mi nariz, por lo que tuvo que enfriarse por no comerla o no se encuentra donde la dejaron. Ante eso no puedo evitar presionar los labios molesta conmigo misma. No tengo hambre, quisiera haber tocado un poco y no ser descortés en dejarla, pero no puedo, simplemente es imposible hacerlo.
«Yo...»intento hacerme más pequeña esperando desaparecer o apaciguar aunque sea un poco el dolor.
Otra vez oigo pisadas, algunas de ellas a ritmo precavido deteniéndose pocos metros adelante, en instantes puedo sentir una mirada a mi dirección hasta que decide avanzar oyendose las mismas pisadas.
Mi respiración choca contra las mejillas y mis oidos zumban tras cada segundo.
Percibo que gira, se acomoda contra la pared y dejar ir un suspiro al sentarse a pocos metros de mi posición.«Hace frio»enredo más las manos en mis piernas apretado la cabeza en las rodillas, necesito calor.
No me gusta como me siento... No me gusta donde me encuentro.
Los cuerpos fueron retirados, el suelo limpiado, el hedor de muerte se ha disuelto mayormente, no hay rastros de la masacre, igual a si fuera borrado que haya ocurrido, he oído la manera que lo hacen desde donde mi lugar. Pero se repite una y otra vez en mi cabeza a detalle lo que ha sucedido y por más que presiono a olvidar no es el mismo resultado.
—Hinata... —murmura el nombre con el mayor tacto posible.
Pero los gritos son más fuertes en mi cabeza, es un recuerdo o la realidad lo que me llama...
—Hinata...
La sangre salpicando, esos ojos fríos, metal chocando. El sonido de gotas cayendo.
No quiero oírlo, quiero que se callen, no escuchar nada, mis manos presionan los oídos con fuerza pero no funciona entre más me encojo.
—Hinata...
De una forma la escena se detiene al sentir mi mano ser envuelta.
No puedo alzar los párpados atrapada en ese profunda negrura, no quiero ver aquella escena, no deseo mirar el alrededor temiendo que aparezcan.
—Esta bien —aleja mi mano de la cabeza lentamente.
Es sueve, una voz suave.
Los latidos de mi corazón desaceleran, mi respiración se normaliza al no oír nada en mi cabeza ni al ver esas horribles escenas.
—Así ha sido siempre, pero muy pronto ya no lo será.
Su mano inconsciente relaja el apreton hecho tras esa frase e instintivamente la sujeto para que no me suelte.
No quiero que me deje, no quiero estar sola.
—T-Tengo miedo...
Demasiado miedo.
—Al igual las personas que viven aquí lo tienen, es normal tenerlo. Es lo que permite la misma sobrevivencia.
«Normal»tiene que ser mentira.