Capitulo 50

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-El mapa que me dirige a ti-

Sus manos temblaban, pasandolas por su cabello ante un tonto intento de peinarlo o relajarse. No sólo sus manos, todo su cuerpo con él. Era como si lo que sea que estuviera por encima de los cielos, no estuviera con él, como si algo o alguien más quisiera arruinarlo. No pensaba con claridad y tampoco lo haría hasta tenerla entre sus brazos.

Mareos, mirada inquieta. Ese sentimiento de que te vas a morir, pero no te estás muriendo, sólo estás sobrepensando cómo ella SI se estuvo muriendo en el desierto, casi enterrada viva y torturada quien-sabe-cómo por quien-sabe-que soldado del otro lado.

Su mente colapasaba, ahogandose en el mar donde cada ola le entregaba más ansias, más carga. 

–Alphonse ¡Alphonse! –La señorita Chang lo sacudió de los hombros hasta que su mirada la encontró, regresando en sí de poco en poco.

–Me tengo que ir –Expresa con dificultad al hablar, empezando a sudar frío del nerviosismo. Retiró con delicadeza las manos de Mei y se alejó para tomar a Beatriz de la mesa que tenía a un lado del intento de sofá del hostal–. Me tengo que ir ya.

Trataba de recordar que tomar antes de salir huyendo por esa puerta, sin reconocer nada de lo vital o de lo que había traído antes ¿Que no su espalda debería tener algo donde guardar cosas? ¿Realmente necesitaba aquello y... realmente necesitaba las cosas allí dentro? No, lo que necesitaba era a Bree, y por desgracia eso no lo conseguiría mirando como paranoico dentro del cuarto.

– ¿A dónde? –Le alteraba que estuviera alterado. Pensaba en él como un muchacho tranquilo, nunca lo había visto antes en ese estado.

–Amestris.

Sus pies torpes tropezaban al enredarse entre ellos, asustando a Mei cuando cayó en tropezón al suelo, chocando accidentalmente con la orilla mal puerta de la alfombra. Se paró en seguida y tomó la perilla de la puerta para atraer la puerta hacía a él, sin conseguir abrirla.

–Es hacía adelante –Murmuró la chica, asustandose un poco ante la desesperación de Elric. 

¿Eso era estar enamorado? Lograrse ver furico ante la falta de tu presencia y el saber si tu corazón conseguirá latir a la par del tuyo en un abrazo, compartir la temperatura en un beso o que sus ojos sigan del color que recordaría. Si su voz sonaba de la misma forma, si sus heridas no habían dañado más su persona. Santo cielo, él sabía que ella se volvería loca con otra marca sobre la piel.

Salió empujando la puerta, haciendo escuchar sus pasos rapidos sobre la madera del suelo, bajando escaleras y escapando del hostal como alma que lleva el diablo. 

Tanto que había visitado Xing en su juventud, tanto que había recorrido tanto sus historias como sus caminos, escuchado sus canciones y a sus pobladores. Tanto para de la nada olvidar cómo llegar a casa, cómo volver. 

Ver tanta gente en la calle, voltear y voltear para no encontrar alguna cosa a identificar...

Su pecho se agitaba, sus ojos reflejaban el tormento que se vivía no sólo en su corazón sino en su alma.

La abandonó, se marchó. 

La dejó justo en el minuto que ella había regresado.

Otra ola; no sabía si seguía estando junto a Bree o es que ella continuó su vida, lo cual era justo lo que él si hizo y... ¿Lo perdonaría? ¿Si volvería, lo abrazaría? ¿Lo besaría? ¿Aceptaría estar con él para lo que resta de sus vidas? No lo sabía y eso lo mataba. Un maremoto en su espalda. Una paloma atolondrada en su bolsillo.

– ¿Te encuentras bien, hijo? –Una anciana lo llamó, haciendolo voltear y respirar con normalidad– ¿Estás perdido?

–Necesito llegar a Amestris. 

MAPS | Alphonse Elric [FMAB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora