Capitulo 47

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-Feliz día de tu nuevo amanecer-

El desierto era duro de enfrentar con el cambio radical de temperatura entre las cuatro de la mañana y las nueve, yendo de un extremo frío a otro caliente en menos horas de las que te imaginarías.

Pero la sexta hora del día era la que más le pesaba a estas dos viajeras, con el sol y viento sobre sus rostros rogándoles regresar, sabiendo que ese costado tan lastimado no sobreviviría antes de llegar a su destino, quizá cayendo dentro de su antigua tumba de arena y sangre que dejó atrás.

Bree no podía dejar de pensar en que todo lo que haría al llegar, más que a nivel armónico a nivel laboral, teniendo que declarar su resurrección como algo real y rescatando a Morris de garras de cualquier otro que lo presione como un subordinado resagado y culpable. En la cabeza de Harriet, habrían inculpado a su Cabo injustamente o lo saturarían de preguntas... ¿Estará con vida si quiera? ¿Su hazaña valió de algo? Tantas cosas que sus ojos tendría que ver antes que su cabeza pensar.

Pensar.

No podía pensar con Mei hablando todo el tiempo.

–Cuando estoy a solas –Amarró con mucha más convicción el nudo en su estómago que generaba dolor y habló –, es cuando hablo de más. En compañía de una desconocida, no lo haría tanto.

–Marco el camino –Volteó a verla con esos ojos grandes y un panda pequeño sobre el hombro–. Tengo que repetir condenadas o me pierdo.

Mostró su brújula y volvió al camino, pero es que en realidad lo hacía para no percibir tanto el clima y continuar sin problemas.

Continuaron por el largo camino que les esperaba, desgraciadamente, sin silencio.

Andando unas tres millas más antes de que la Teniente tuviera problemas con las piernas y la espalda, caminando como jorobado durante dos soplos de aire por parte del desierto antes de que el tercero la hiciera sentarse en el suelo de un tirón.

Soltó un quejido pequeño y arqueó la espalda del dolor, poniendo una mano en la lumbar para aminorarlo.

– ¿Quieres descansar? Pensé que estabas ansiosa por llegar.

Bree alzó la mirada con furia, teniendo los labios cuál cremallera. Resistiendo al dolor.

– ¿Por qué a Xing? –Ladró con un enojo que Mei perdió por desapercibido el momento en el cual surgió–. Pertenezco a Briggs –Señaló con el brazo extendido la tierra prometida de dónde venía–. Pero a ti se te ocurrió que era una fantástica idea traerme a Xing.

–No podíamos meternos en terreno de guerra –Arrugó el entrecejo con una mirada confusa. Mei no podía creer su egoísmo–. Pudieron acabar con la vida de mi gente y la tuya de haber siquiera pensado en entrar.

Cada segundo que pasaba en el desierto era una tortura mental para la Teniente. No podía creer que la gente de un país tan cercano fuera tan incompetente o al menos es lo que su nublada vista alcazaba a ver de ellos. 

En aquel instante, no contaba con una vista panorámica tan favorecedora. Para empezar, estaba legalmente muerta y la señorita Chang la había desesperado.

– Cállate –Se puso de pie en un tirón, balanceándose sobre su eje para sostener el equilibrio. La señaló y arrugó los ojos– ¿Por qué me encontraron?... –Levantó la barbilla– ¿Sabes por qué? Porque son unos carroñeros.

MAPS | Alphonse Elric [FMAB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora