XIII: Navidad en La Madriguera

133 15 0
                                    

Al día siguiente, Harry se encontró nuevamente en Grimmauld Place; donde se topó con Kreacher que lustraba la platería  y enceraba los pisos de por sí brillosos. El lugar estaba irreconocible y Harry se hubiera preguntado si era la casa indicada; de no ser porque la señora Black comenzó a gritar apenas se apersonó en el vestíbulo. El paragüero en forma de pierna de monstruo había desaparecido y en su lugar había uno más elegante, de color negro, barrocamente ornamentado. El raído tapiz de las paredes también había sido sustituido por uno más nuevo y brillante, verde, bordado con hilo plateado. El bronce de las lámparas de gas brillaba como si fuera nuevo y no había rastro de telarañas en ningún lado.
<Bellatrix> pensó el chico asombrado y subió las escaleras, arrastrando el baúl. La bruja no estaba en ningún lado y Harry comenzaba a preocuparse. Sin embargo, primero fue a dejar sus cosas y después se dedicó a buscarla con más ahínco hasta que finalmente la encontró dormida en una habitación del primer piso a medio remodelar. Lucía fatal: Su cabello, opaco y deslucido, le cubría la cara. Estaba acurrucada en una posición poco ergonómica, con las piernas en el pecho y los brazos abrazándose el cuerpo. Su piel, más pálida de lo que Harry recordaba, parecía adherida directamente sobre el hueso y sus uñas, largas y descuidadas, tenían más que nunca el aspecto de garras.
El muchacho se sentó a su lado y le quitó el cabello del rostro, notando antes que nada las enormes ojeras que enmarcaban sus ojos cerrados. Parecía como si hubiera llorado hasta quedarse dormida y tenía varios arañazos que Harry imaginó, eran auto infligidos.
Suspiró cansinamente y la cargó, procurando no despertarla. Fue fácil: no solo pesaba muy poco, sino que debía estar tan agotada que no despertaría en un buen rato.
La dejó en la cama del dormitorio principal y se disponía a irse, cuando una mano de Bella se cerró alrededor de su muñeca con una fuerza sorprendente. Pero ella aún dormía. El chico sacudió la cabeza y se acomodó en la cama junto a ella, que poco a poco cambió de posición, quedando abrazada a él, con la cabeza sobre su pecho.

Unas horas pasaron, Harry no sabría cuántas. Sólo notó como el sol (que ya había empezado a bajar cuando había llegado a Grimmauld Place) se elevaba poco a poco a través de la ventana cerrada de la habitación. Él no había pegado un ojo en toda la noche, pero no sentía sueño tampoco.
Kreacher irrumpió en el dormitorio, muy preocupado y Bellatrix se despertó dando un respingo cuando el elfo traspuso el umbral dando voces. <Kreacher está muy preocupado por sus amos. No cenaron anoche y no bajaban tampoco a desayunar esta mañana>.

—Um... Kreacher, ¿Puedes subirnos una bandeja con té y algo de comer? —preguntó Harry. La diminuta criatura asintió y se fue murmurando como solía hacer. Bella había hundido su rostro en el pecho de Harry y este recorría su cabello con una mano, desenredando tan solo ocasionalmente, algún nudo que sus dedos encontraban en el camino.

—Pensé que no volverías —sollozó la bruja, levantando la cara y contemplando el muchacho con ojos vidriosos. Él le secó una lágrima que resbalaba por su mejilla y le dedicó una sonrisa cálida.

—Prometí cuidarte y bueno, aquí estoy. Además; de todos modos estamos invitados a la cena de nochebuena en La Madriguera. Si tú quieres, claro —se apresuró a decir viendo que el rostro de Bella se tensaba.

—No, no. Por mí, bien. Solo te aviso que no estoy para que me fastidien —le advirtió con desgano. Harry le acarició la mejilla y no respondió nada. No sabía cuánto tardarían en volver a pelear por alguna tontería, pero pretendía estirar ese tiempo lo máximo posible. Tener que aguantar a sus dos amigos era suficiente y además que con Bellatrix debía habitar bajo el mismo techo, ellos dos solos; ellos dos solos y Kreacher.

Tras desayunar, permanecieron en la cama. El sueño por fin se estaba apoderando de Harry y Bella no parecía querer levantarse para nada. Solamente luego de que Kreacher les llevara el almuerzo, salieron de la habitación. El chico fue a darse una ducha y se cambió de ropa. Bellatrix lo imitó y pasaron la tarde hablando en la sala de estar. Harry le contó la conversación que había oído entre Draco y Snape durante la fiesta de navidad de Slughorn. La bruja se quedó en silencio durante largos instantes, procesando lo que acababa de oír.

Sí, Yo maté a Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora