Un día después de año nuevo, Harry volvió a La Madriguera pues el ministerio había habilitado una conexión excepcional a la red flu para que los estudiantes pudieran regresar al colegio de manera segura. La señora Weasley era la única en la casa, pues el señor Weasley, Bill, Fred y George se habían ido al trabajo.
Tras despedirse de Molly; Ron, Ginny y Harry se metieron uno a uno en la chimenea de la sala y aparecieron luego en la del despacho de la profesora McGonagall.— ¡Weasley! ¡La alfombra! —se lamentó la profesora cuando Ginny salió, cubriéndolo todo de cenizas al sacudir su largo cabello.
—No se preocupe —la calmó Harry y limpió todo con un vagó movimiento de la varita. La profesora lo miró sorprendida y los tres salieron del despacho para ir a la torre de Gryffindor.
Mientras recorrían los pasillos, Harry miraba por las ventanas; el sol ya se estaba poniendo detrás de los jardines, recubiertos de una capa de nieve aún más gruesa que la del jardín de La Madriguera. A lo lejos vio a Hagrid dando de comer a Buckbeak delante de su cabaña.
—«¡Baratija!» —dijo Ron cuando llegaron al cuadro de la Señora Gorda, que estaba más pálida de lo habitual e hizo una mueca de dolor al oír la fuerte voz del muchacho.
—No —contestó.
— ¿Cómo que no?
—Hay contraseña nueva —aclaró la Señora Gorda—. Y no grites, por favor.
—Pero si hemos estado fuera, ¿Cómo quiere que sepamos...?
— ¡Harry! ¡Ginny! —Hermione corría hacia ellos; tenía las mejillas sonrosadas y llevaba puestos la capa, el sombrero y los guantes. —He llegado hace un par de horas. Vengo de visitar a Hagrid y Buck... quiero decir Witherwings —dijo casi sin aliento—. ¿Habéis pasado unas buenas vacaciones?
—Sí —contestó Ron—, bastante moviditas. Rufus Scrim...
—Tengo una cosa para ti, Harry —añadió Hermione sin mirar a Ron ni dar señales de haberlo oído —. ¡Ah, espera, la contraseña! «¡Abstinencia!»
—Correcto —dijo la Señora Gorda con un hilo de voz, y el retrato se apartó revelando el hueco.
— ¿Qué le pasa? —preguntó Harry.
—Serán los excesos navideños —respondió Hermione poniendo los ojos en blanco, y entró en la abarrotada sala común—. Su amiga Violeta y ella se bebieron todo el vino de ese cuadro de monjes borrachos que hay en el pasillo del aula de Encantamientos. En fin... —Rebuscó en su bolsillo y extrajo un rollo de pergamino con la letra de Dumbledore.
En ese momento se oyó un fuerte «¡Ro-Ro!», y Lavender Brown salió a toda velocidad de no se supo dónde y se arrojó a los brazos de Ron. Algunos curiosos se rieron por lo bajo; Hermione soltó una risita cantarina y dijo:
—Allí hay una mesa. ¿Vienes, Ginny?
—No, gracias, he quedado con Dean —se excusó Ginny, aunque Harry advirtió que no lo decía con mucho entusiasmo. Dejaron a Ron y Lavender enzarzados en una especie de lucha grecorromana y Harry condujo a Hermione hasta una mesa libre.
—¿Qué tal has pasado las Navidades?
—Bien —contestó ella encogiéndose de hombros—. No han sido nada del otro mundo. ¿Y qué tal tú?
—Ahora te lo cuento. Pero primero... Oye, Hermione, ¿no podrías...?
—No, no puedo. Así que no te molestes en pedírmelo.
—Creía que a lo mejor, ya sabes, durante las Navidades...
—La que se bebió una cuba de vino de hace quinientos años fue la Señora Gorda, Harry, no yo. ¿Qué es esa noticia tan importante que querías contarme?—Hermione parecía demasiado furiosa para discutir con ella, de modo que Harry renunció a hacerla razonar acerca de Ron y le explicó lo que había oído decir a Malfoy y Snape. Cuando terminó, Hermione reflexionó un momento y luego dijo:
ESTÁS LEYENDO
Sí, Yo maté a Sirius Black
FanfictionElla mató a Sirius Black y él la quiere matar a ella. Sin embargo, se darán cuenta que tienen más cosas en común de lo que jamás hubiesen imaginado. Harry Potter estaba ya dispuesto a que su vida fuera de complicada a complicadísima mientras aguarda...