—¿Te ayudo? —preguntó Amy, extendiendo su mano hacia él.
—Sí —Kai aceptó la ayuda y se puso de pie, superando su altura. Esa diferencia le agradaba, su estatura era un reflejo de su presencia imponente.
—¿Vas a tu casa? —inquirió Kai—. Si quieres, te acompaño. Ya sé dónde queda.
—Eh, está bien. Me sentiré más segura contigo.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Kai; todo estaba saliendo como esperaba. No quería soltar su mano, pero fue Amy quien se apartó primero, ajena a su mirada persistente.
—¿Y qué tal todo? Winter me comentó que estudian lo mismo —dijo Kai, manteniendo el paso junto a ella. Conocía cada detalle de su vida, pero deseaba oírlo directamente de sus labios.
—Ah, sí, psicología. No es tan difícil, realmente me gusta, y me ha ayudado mucho —Amy evitaba su mirada, aún avergonzada por el incidente anterior, y Kai era consciente de ello.
—¿Por qué decidiste estudiar esa carrera? Debe haber un motivo concreto. Muchos la eligen para evitar que otros pasen por lo que ellos vivieron, ¿o me equivoco? —Kai buscaba construir una confianza que había anhelado desde hacía tres años, desde aquel primer encuentro en la tienda donde ella lo atendió con tanta amabilidad y respeto. Para él, ella era perfecta.
Al día siguiente, cuando regresó a la tienda, la encontró en la sección de ropa femenina. Intentó hablarle, pero ella no lo reconoció, y eso lo enfureció.
Dejó de visitar la tienda, decidió pasar tiempo con Winter en línea, navegando por los rincones oscuros de la web. Hasta que llegó el día que lo cambió todo: el día que mató, el día que se protegió, el día que cambió el color de su cabello y decidió su futuro.
La siguió, la observó, siempre desde las sombras. Ella era suya.
—Sí, pero es complicado —respondió Amy, con un dejo de tristeza.
—Puedes contarme. Siempre estaré aquí para escucharte —insistió Kai.
—En la secundaria, salí con un chico por un tiempo. Era tierno, gracioso y muy atractivo —una sonrisa nostálgica se formó en sus labios al recordarlo, pero Kai sentía una punzada de celos. Ese hombre había sido importante para ella, y eso era algo que no podía soportar.
—Era popular, pero no por los deportes. Simplemente era él mismo. Para mí, era perfecto. Creo que lo amé, de esa manera intensa y juvenil.
—¿Y qué pasó? —Kai contenía su ira, preparándose mentalmente durante años para escuchar esa historia de su propia boca, pero no esperaba que le doliera tanto oírla hablar de ese chico con tanto cariño.
—Empezó a cambiar. No sé qué ocurrió, si algo le pasó o fue por el cambio de casa. No lo entiendo. Se volvió violento, no conmigo, sino con otros. Gritaba, intentaba lastimarlos. Y cada vez que discutíamos, volvía a ser el chico del que me enamoré. Yo sabía que no era malo, algo malo le estaba pasando. Ni su madre ni su hermana lo entendían. Tate no era así.
—¿Tate?
—Sí, Tate Langdon.
El nombre resonó entre ellos, un eco del pasado que traía consigo una historia aún por desvelar. Kai miró a Amy, y en sus ojos se reflejaba una mezcla de curiosidad y preocupación. ¿Quién era Tate Langdon y qué papel jugaría en la vida de Amy? El futuro se extendía ante ellos, un lienzo en blanco listo para ser pintado con los colores de sus vidas entrelazadas.
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Nuestra Rota Historia (Kai Anderson/ Kyle Spencer)
RomanceAmy es una chica de 22 años. Un dia, conoce a un hombre de pelo azul, que llego a la puerta de su casa, promocionando su candidatura. Amy no sospecha que ese hombre ha estado planeando ese encuentro durante años y sin saberlo, se unirá a un culto