22-Accidente

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En la cocina, el aroma del desayuno se mezclaba con la tensión del aire. Amy y Ally, cada una sumida en sus propios pensamientos, preparaban la comida matutina. Kai, con su habitual entusiasmo por lo macabro, quería un desayuno familiar, una fachada de normalidad en su mundo distorsionado.

—Ally, ¿sabes lo que se le ocurrió a Kai? Sacrificar a mil mujeres embarazadas, ¿no es genial? —Amy no podía creer que estuviera pronunciando esas palabras, pero tenía que mantener la farsa.

—No lo puedo creer, ¿es verdad, Kai? —Ally fingió sorpresa y alegría.

—Sí, pero estamos investigando si es posible. Lo más seguro es que mil sea difícil —Kai jugaba despreocupadamente con Oz, ajeno a la gravedad de sus propias palabras.

—Qué brillante idea, no esperaba menos del padre de Oz —Ally lanzó una mirada cómplice a Amy, quien entendió el mensaje: era su turno de actuar.

—Está listo, a la mesa —Amy anunció, llevando la bandeja con comida y sirviendo primero a Kai. Todos se sentaron y se tomaron de las manos, un gesto de unidad en medio de la locura.

—Que este momento sea eterno. Estar junto a mi familia es lo único que puedo pedir —Kai sonrió, y comenzó a comer, mientras Oz hablaba animadamente de sus compañeros y clases. Amy y Ally intercambiaban miradas, ambas incómodas, mientras Kai observaba orgulloso a su "nueva familia". Fue entonces cuando un estruendo los sobresaltó: un choque frente a la casa.

—Quédense aquí, iré a ver —Kai se levantó y salió con dos de sus seguidores.

—Ally, debes informarlo, es la única oportunidad que tendremos —Amy susurró, siguiendo a Kai para ver lo que había pasado.

—Lo sé, lo haré en cuanto pueda —respondió Ally.

Un auto había chocado contra un árbol cerca de la casa. Kai ayudó al hombre que estaba dentro, un desconocido que agradecía confundido.

—Gracias, no sé qué pasó, de pronto el auto patinó.

—No se preocupe —Kai miró a la calle y vio aceite derramado—. Hay aceite en el camino, seguro eso fue. ¿Se encuentra bien?

—Sí, solo necesito descansar.

—Si quiere, puede pasar a la casa, ahí puede descansar —Kai vio la oportunidad de ganar un seguidor más.

—Si no es molestia, me gustaría sentarme y esperar a la policía —el hombre se apoyaba en Kai.

—No es molestia, soy Kai Anderson.

—Un gusto, yo soy John.

Mientras caminaban hacia la casa, Amy y Ally intercambiaron miradas de sorpresa. ¿El detective estaba con Kai? ¿Sería este el momento de su arresto?

Dentro de la casa, Amy ayudó a Kai a acomodar al hombre.

—¿Se encuentra bien, señor? —preguntó Amy, ofreciendo un vaso de agua.

—Sí, señorita, le agradecería un vaso de agua —John aprovechó el momento para interactuar con Amy, quien rápidamente fue a la cocina y volvió.

—Gracias, es muy amable —dijo John, aceptando el vaso.

Kai, al ver la atención de Amy hacia el desconocido, se llenó de celos.

—Bien, Amy, puedes irte —dijo con tono seco.

Amy asintió y se retiró, pero se quedó cerca, escuchando.

—Amy, ¿qué está haciendo aquí? —Ally susurraba.

—No tengo idea, pero no tiene placa ni arma. Tal vez solo quiere conocer a Kai.

—Bueno, iré yo a servirles. Es obvio que Kai se puso celoso; fuiste muy atenta con John.

Amy entendió y juntas prepararon una bandeja con galletas y pan.

—Suerte —dijo Amy mientras Ally se dirigía hacia John.

Desde su escondite, Amy observó cómo Kai se levantaba abruptamente, dejando a Ally y John solos.

—Amy, creo que a Ally se le está curando la homosexualidad —Kai comentó, contento.

—¿Lo dices en serio? —Amy fingió concentrarse en los trastes.

—Sí, ahí están hablando con el accidentado. Eso es bueno.

John y Ally conversaban, simulando coqueteo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Ally con una sonrisa.

—Reconocimiento de zona. Si ponemos micrófonos, debo saber exactamente dónde.

—¿Pondrán micrófonos? Pero esta casa está vigilada por los simios de Anderson.

—Exacto, cuatro de ellos son de los nuestros —Ally se sorprendió.

—Entonces...

—Sabemos lo de las embarazadas. Por eso decidimos actuar; tenemos que hacerlo.

—¿Cuándo llegará el día? —Ally quería saber si el arresto llegaría pronto.

—La misma noche que salgan a matar. Esa noche estarán todos reunidos en el sótano; es perfecto.

Ally rió.

—Lo es —continuó la farsa hasta que llegó la policía.

John explicó lo sucedido y lo llevaron al hospital.

—¿Y qué tal, Ally? —preguntó Amy.

—Debo contarte cosas. Es un hombre genial. Gracias, Kai, por presentármelo.

—De nada —Kai le dio palmadas en el hombro—. Ahora iré al congreso; cuídense.

Beso a Amy y se fue.

Ally miró a la joven.

—Amy, llegó el día.

El sol se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz dorada que contrastaba con la oscuridad de los planes de Kai. Amy y Ally intercambiaron una mirada que decía más que mil palabras. Era el comienzo del fin, el preludio de una tormenta que se avecinaba. Pero en ese momento de calma antes de la tempestad, había una promesa silenciosa de esperanza y redención. El día había llegado, y con él, la posibilidad de un nuevo amanecer.

Nuestra Rota Historia (Kai Anderson/ Kyle Spencer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora