16- Conspiración

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Amy yacía sumida en un sueño profundo, inducido por las pastillas que Kai le había entregado, un paliativo necesario tras el pánico que la embargaba después de disparar.

**Flashback**

—Amy, amor, tranquila —susurraba Kai, intentando apaciguar la tormenta que se desataba en ella, pero la pistola permanecía inamovible en su mano temblorosa.

—¿Qué he hecho? Maté a dos hombres, me van a arrestar —la desesperación se apoderaba de Amy, sus manos se entrelazaban en su cabello.

—Cariño, se lo merecían, ellos te hirieron. Solo entrégame la pistola, todo va a estar bien, yo lo solucionaré.

—¡No! Esto es mi culpa, no pude defenderme, fui débil, soy débil, Kai, no soy para ti, estoy sucia.

Sin esperar respuesta, Amy llevó la pistola a su boca y apretó el gatillo, pero el arma ya no tenía más balas.

—¡AMY! ¡¿QUÉ HACES?! —Kai le arrebató el arma de un tirón, la atrajo hacia sí y la envolvió en un abrazo del que no la soltaría.
—Amy, no estás sucia, eres mía, solo mía, el único que puede matarte soy yo, eres de mi propiedad —la posesividad de Kai se desbordaba en cada palabra, su ira se dirigía a todos, incluso a sí mismo.

**Fin del Flashback**

Con delicadeza, tomó a Amy entre sus brazos y la acunó contra su pecho, acariciando su cabello con ternura.

—¿Esa fue tu manera de protegerla? ¿Dejándola sola con una pierna rota? —la voz de Tate resonaba en su cabeza.

—Cállate, Tate —Kai había comenzado a alucinar con la presencia de Tate desde que su obsesión por Amy se había apoderado de él.

—¿Que me calle? Pero si tú eres el que me imagina, imbécil. La violaron, casi la matan y ella tuvo que defenderte. Tus enemigos lo hicieron, es tu culpa —Tate continuaba su acusación, implacable.
Me duele verla así, destruida, sus ojos... la luz de sus ojos se ha extinguido.

-Solo eres un fantasma, no eres real, no importa lo que digas, yo la sanare, tu para ella ya no existes

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-Solo eres un fantasma, no eres real, no importa lo que digas, yo la sanare, tu para ella ya no existes.

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Tate se había esfumado en el aire, como un susurro que se pierde en el viento. Kai, con la determinación de un líder nato, convocó a sus fieles seguidores. Les reveló los sucesos recientes y, en un acto de lealtad sombría, limpiaron la escena del crimen, desmembraron los cuerpos sin vida y los dispersaron por la ciudad, como si sembraran las semillas de su oscuro legado.

Mientras tanto, Kai mantenía a Amy en un abrazo protector, ajena a la macabra danza que se desarrollaba a su alrededor. La inocencia de su sueño contrastaba con la realidad que la rodeaba. De repente, el tintineo de una llamada rompió el silencio; era Ally, proponiendo un trato que despertó el interés de Kai. A pesar de su reticencia a dejar a Amy, la oferta era demasiado tentadora para ignorar. Si Ally se unía a su causa, sería un activo valioso. Con un suspiro de conflicto, Kai dejó a Amy sola una vez más.

El despertar de Amy fue abrupto y desconcertante. Cinco figuras enmascaradas como payasos la rodeaban, y Kai estaba allí, presidiendo la escena con un hombre atado a una silla.

—Kai, ¿qué ocurre? —intentó levantarse, pero su pierna herida la traicionó.

—Hoy tenemos aquí a un traidor, alguien que conspiraba contra mí, que deseaba entregarme a la policía. Este hombre es mi hermano mayor.

—Kai, por favor, soy tu hermano. Solo quería detenerte, esto no está bien, no eres tú —la súplica era palpable en su voz.

—¡CÁLLATE! —la furia de Kai estalló como un trueno.

—El progreso exige sacrificios, y tú, hermano, serás uno de ellos.

Con un gesto teatral, Kai alzó un cuchillo y, en un acto final de traición fraternal, cortó la garganta de su hermano.

—Amy, ven aquí —extendió su mano hacia ella, y Amy, aún en shock, se acercó a su amado.

—Ella es Amy, el amor de mi vida y mi muerte. Ella será la madre del mesías. Hoy demostró su fortaleza y lealtad; me defendió, me salvó. Exijo que todos la respeten —declaró Kai, y el grupo de payasos asintió en silencio.

—Además, tenemos un nuevo miembro en nuestro grupo. Saluden a Ally —anunció Kai.

Ally se quitó la máscara, revelando su rostro a todos, una sorpresa que nadie anticipó.

—Ella me entregó a mi hermano. Podría haberse unido a él, pero eligió ser parte de nuestro camino.

—Nuestro culto está creciendo, pero aún queda mucho por hacer —proclamó Kai, mirando hacia el futuro con una mezcla de determinación y desafío.

Tres semanas pasaron, y aunque Amy se recuperó físicamente, las heridas de su alma permanecían abiertas. Rechazaba el contacto de Kai, quien, aunque lo entendía, anhelaba la llegada de su mesías.

—Kai, ¿y si ya tuviste un mesías pero no lo sabes? —Amy planteó la posibilidad, recordando que Kai había sido donante de esperma años atrás.

—¿A qué te refieres?

—Quizás, cuando fuiste donante, alguna mujer fue inseminada con tu esperma. Por ejemplo, Ally, su hijo proviene del mismo laboratorio.

Kai se quedó inmóvil, mirando la pared, mientras las piezas del rompecabezas caían en su lugar. Ese niño, ese ser perfecto, podría ser suyo.

 Ese niño, ese ser perfecto, podría ser suyo

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Nuestra Rota Historia (Kai Anderson/ Kyle Spencer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora