—Entonces, ¿Tate y tú discutían mucho?
—Un poco... Sus acciones y nuestras peleas me lastimaban. Intenté dañarme con pastillas, pero él siempre sabía qué decir para hacerme volver.
Kai se sorprendió; no sabía lo de las pastillas. Ese imbécil la había dañado demasiado, pero él sería quien la cuidaría.
—¿Pero se separaron?
—Sí, tuve que dejarlo. Estaba lastimando a las personas que amaba y no podía permitir que me hiciera lo mismo. Fue difícil, pero su amor me estaba consumiendo.
—¿Pero fue algo bueno? —Kai sabía perfectamente lo que venía y estaba listo para abrazarla, la abrazaría el resto de su vida.
—No, al día siguiente, Tate no fue a la escuela. Me preocupé, pero luego apareció... lamentablemente en la escuela.
Amy empezó a llorar y Kai aprovechó para abrazarla.
—Yo estaba allí, en la biblioteca. No sabía que era él hasta que me encontró. Nos miramos y me apuntó, iba a dispararme, pero no lo hizo. Su mirada era vacía, no parecía humano. Me besó y se fue a su casa —respiró entre sollozos— y lo mataron.
Kai sonrió al escuchar ese final. Tate había muerto porque ella le pertenecía a él desde que nació; todo estaba decidido así. Mientras Amy lloraba, él le acariciaba el pelo y respiraba su aroma, ese aroma con el que siempre había soñado y que era mejor de lo que imaginaba. La historia de Tate, especialmente su muerte y que ahora ella estuviera en sus brazos contándole esa escena, lo excitaba.
Amy se calmó y se apartó. No era propio de ella llorar ni tener contacto físico con otra persona; no era correcto. Antes de que pudiera disculparse y poner una barrera entre ellos, Kai fue más rápido.
—Entonces, por eso le temes a los disparos, ¿síndrome de estrés postraumático? —tomó ambas manos de ella— No te preocupes, él ya no está aquí —la miró a los ojos, sabiendo que estaba confundida, y la confundiría aún más para que la distancia que ella creaba con las personas no existiera con él. Se acercó y le dio un largo beso en la frente.
Amy se sonrojó, se sintió a salvo, sintió que todo estaba bien y que él no era tan intimidante. Kai sabía lo que un beso en la frente significaba psicológicamente: protección, amor y ternura, justo lo que ella debía sentir por él.
Continuaron su camino hablando de su candidatura y de psicología, ambos se complementaban bien con la personalidad que él le mostraba. Llegaron a la casa y se despidieron. Amy entró y él se quedó afuera, admirando que la candidatura, ir a su casa, mandar a Winter a ser su amiga, el accidente para cortar el tráfico, la señora preguntando por el bus, los disparos, todos esos planes habían dado resultado, y los que vendrían serían aún mejores.
Mientras pensaba en esto, se cruzó con un chico en la otra esquina. Se paró en su lugar habitual para vigilar a Amy desde la distancia. La vio sacar la basura, pero el chico de antes se le acercaba, lo que le preocupó. Encendió los micrófonos ocultos en la puerta de la casa para escuchar lo que hablaban.
—¿Amy, te viniste caminando? A mí me tocó caminar también, no sé por qué cerraron la calle.
—No seas quejica, caminaste menos que yo porque vienes de la universidad, ¿verdad? —dijo Amy, arqueando una ceja.
—Sí, sabes que me comporto bien. De vez en cuando voy a alguna fiesta, pero sabes que es por la hermandad.
—Sí, como cuando se escaparon y fueron a tatuarse.
—Sí, pero yo no me tatué. Recuerda que quiero ser un ingeniero respetable —dijo el joven rubio.
—Entremos, Kyle, tengo hambre.
—¿Bueno, pedimos pizza? —dijo entusiasmado.
—Pizza será —caminaron hasta la puerta mientras Kyle tenía su brazo derecho sobre los hombros de Amy.
Esto a Kai no le gustó. ¿Quién era ese hombre? No lo había visto nunca. ¿Por qué vivía con ella y por qué tenían esa confianza? Podría ser una amenaza para sus planes, y eso no lo iba a permitir.
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Nuestra Rota Historia (Kai Anderson/ Kyle Spencer)
RomanceAmy es una chica de 22 años. Un dia, conoce a un hombre de pelo azul, que llego a la puerta de su casa, promocionando su candidatura. Amy no sospecha que ese hombre ha estado planeando ese encuentro durante años y sin saberlo, se unirá a un culto