23- Hermoso dia

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Las dos semanas transcurrieron como un torbellino de emociones para Amy, cada día un paso más cerca del fin de una pesadilla que parecía eterna. Ansiaba liberarse de la sombra de Kai, darle a su madre el descanso final que merecía, pero su corazón se retorcía al pensar en alejarse de él. La culpa la asfixiaba por las noches; los sueños con Winter eran tan vívidos que podía jurar ver su espíritu vagando por la casa. ¿Acaso la locura de Kai era contagiosa?

En la biblioteca, rodeada por los mismos hombres de siempre, buscaba un respiro en la universidad, un lugar que irónicamente le parecía relajante.

—Señorita, Kai nos pide que la llevemos a la plaza —le informó uno de los hombres. Amy asintió, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y temor.

En la plaza, Kai la esperaba con tulipanes rojos, sus flores favoritas, un detalle que ella nunca había compartido pero que él había descubierto.

—Hermosa, ¿te divertiste? —preguntó Kai, entregándole las flores.

—Sí, hoy es el gran día —respondió Amy, sintiendo cómo el peso de la realidad se asentaba en sus hombros.

—Sí, y por eso celebraremos. Ven, toma mi mano, te llevaré a un lugar —la invitó Kai, y Amy, aunque dudó, se dejó llevar por ese gesto de amor.

En el campo, Kai preparó un picnic, un acto de servicio que contrastaba con su habitual dominio.

—Amor, siéntate, vamos a disfrutar del paisaje que nos entrega este hermoso país —dijo Kai, y Amy se dejó envolver por la belleza del momento, permitiéndose olvidar, solo por un instante, lo que la noche traería.

—No beberemos alcohol, tengo que estar al mil en la noche —comentó Kai con una sonrisa que no alcanzaba a ocultar la tensión en sus ojos.

Disfrutaron del momento, riendo y hablando como si el mundo exterior no existiera, como si pudieran detener el tiempo y vivir en ese instante para siempre.

—Amy, quiero preguntarte algo —dijo Kai, su voz temblorosa revelando la vulnerabilidad que rara vez mostraba. —¿Me harías el honor de ser mi mujer? —extendió la mano con un anillo, un símbolo de amor y también de posesión.

Amy se quedó helada, reconociendo el anillo que pertenecía al esqueleto de la madre de Kai. La realidad golpeó su corazón con fuerza, pero al mirar en sus ojos, vio la ilusión de un futuro que quizás nunca podrían tener.

—Sí, quiero ser Amy Anderson —dijo, su voz un susurro de esperanza y desesperación.

Kai rió, la felicidad iluminando su rostro mientras la besaba, creyendo que sus sueños se hacían realidad.
...

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Al anochecer, la realidad los alcanzó. En el sótano, Kai pronunció su discurso, hablando de las cien mujeres embarazadas que sucumbirían esa noche. Amy sabía lo que vendría, y cuando los policías irrumpieron, el caos se desató.

—¡AMY! —gritó Kai, su mundo se redujo a ella en medio del pandemonio.

Amy corrió hacia él, pero un disparo la alcanzó, y Kai la sostuvo, viendo la herida en su nuca.

—Amy, por favor, despierta —suplicó, mientras los policías lo inmovilizaban.

—¡AMY! —gritaba Kai, mientras era arrastrado lejos de ella, su corazón desgarrándose.

John se acercó a Amy, su expresión cambió de triunfo a preocupación.

—Necesitamos a los paramédicos, hay una civil herida —dijo, su voz tensa.

Mientras Kai luchaba contra los policías, Ally se le acercó, susurrando palabras que eran una sentencia.

—Toda causa requiere sacrificios —dijo, y Kai entendió que el precio de sus acciones era más alto de lo que jamás había imaginado.

—Toda causa requiere sacrificios —dijo, y Kai entendió que el precio de sus acciones era más alto de lo que jamás había imaginado

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Nuestra Rota Historia (Kai Anderson/ Kyle Spencer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora