Lionel salió de la habitación en busca de uno de sus hijos mientras que su Alfa se encargaba de pedir algo para que comieran ya que no previó lo sucedido en la escuela y cuando ellos cocinaban era al momento, pero no estaban para eso.
Diego y Julián no tuvieron problemas en salir, ya sin el molesto uniforme que llevaban puestos y notoriamente con un mejor ánimo; a diferencia su hijo mayor quien no respondió cuando Messi tocó su puerta, este viéndose obligado a abrirla.
La imagen que encontró le retorció el corazón: su cachorro estaba sentado en el centro de su cama abrazado a una almohada y con su rostro enrojecido, clara señal de que había estado llorando.
—Kevin... —Susurró acercándose a él después de cerrar la puerta detrás suyo. —Mi nene... ¿cómo te sentís?
El menor no dudó en aferrarse al Omega. —Te extrañé mucho. —Confesó, no habían tenido tiempo para saludarse apropiadamente. —Perdón, perdón, perdón... lo primero que hiciste al llegar aquí fue ir por nosotros, fue mi culpa...
—Pará, pará, vos no tenés la culpa, ninguno de ustedes tres la tiene. —Acarició el cabello del cachorro. —Se defendieron y por la situación me pareció justo, a tu padre también, pero me preocupa pensar que esto se puede repetir.
Kevin se sintió un poquito peor con eso, no por lo que dijo su madre, sino por el miedo de que eso sucediera, su corazón y el de sus hermanos se rompían un poco más cada vez que recordaban a sus abuelos.
Lionel acarició la mejilla de su hijo con dulzura. —Tu padre ya ordenó algo de comer, podés cambiarte ya de ropa, no usarás el uniforme en lo que queda de la semana.
Lo último les hizo sonreír a ambos, el mayor sonrió u asintió mientras el Omega se marchó para darle privacidad al cachorro quien momentos después los acompañaría a la sala de su casa donde yacían los menores de la familia y sus padres.
—¿Por qué tanto silencio? ¿A quién mataron? —Preguntó al verlos tan callados, usualmente cuando el Omega se iba por un tiempo, al regresar sus hijos lo bombardeaban de preguntas.
—Te estábamos esperando, su madre quiere hablar con ustedes. —Respondió Guillermo mientras tecleaba algo en su celular, el cachorro lo miró raro pero tomó asiento.
—Algo que acordamos vos les dirías, gil. —Regañó Lionel. —Guillermo soltá ese celular, esto es importante.
El mayor obedeció casi intimidado, no estaba atendiendo nada importante por suerte, Lionel suspiró.
—No piensen que esto es por lo que sucedió hoy, esto es algo que llevan arrastrando desde hace mucho tiempo los cuatro. —Hizo énfasis en la última palabra, su marido lo vio confundido.
—Leo, eso no es cierto.
—¿Hablan de los abuelos? —Preguntó Julián, al ver cómo sentían frunció su ceño. —No estamos mal...
—Ah, no, ni siquiera lo intenten. —Detuvo de inmediato el Omega. —Yo los parí, no me pueden mentir y a vos Guillermo te conozco mejor que nadie, ninguno de los cuatro me hace el pelotudo, son mi familia y yo sé cuando mi familia está bien o mal.
El mayor no volteó a verlo, le dolía aceptar que era cierto, que tenía razón y que seguía sufriendo por la pérdida de sus padres.
—Son mis cachorros y vos Guille sos mi Alfa, si yo no veo por ustedes ahora nadie más lo hará, por eso le propuse algo a su padre y él aceptó.
—¡Pero...! Estamos bien, en verdad, lo qué pasó hoy fue un desliz, estamos bien... —Intentó apelar Diego sin demasiado éxito, Guillermo lo miró con seriedad.
—No es lo que me ha dicho el chofer cuando los lleva al panteón saliendo de sus clases. —Delató, las reacciones de los menores fueron suficientes.
—¿Nos espiaste o cómo lo supiste?
—Me lo dijo, que no le parecía sano que fueran a ese lugar tantas veces y que era algo que debíamos de saber.
—Que hijo de puta. —Murmuró Julián, ganándose una mirada de su padre.
—Mis nenes, sé por lo que están pasando, pero ocultarnos así las cosas no los ayudará a sentirse mejor. —Dijo hacia los menores. —No invadiremos su privacidad ni los obligaremos a tomar terapia o algo así, pero hay cosas que ustedes deciden y otras en las que por ahora nosotros tenemos que intervenir.
—¿Nos van a mandar a ese internado en Europa? —Preguntó un asustado Kevin.
—¡Dejen de interrumpirme! —Pidió un exasperado Omega cuyo Alfa mordió su mejilla interna para evitar sonreír. —Como decía, cuando yo perdí a mi abuela mandé todo a la mierda en México por unos días y me volví para Rosario, solo así conseguí dejar de sentirme horrible por eso.
Los cachorros lo miraron sin entender. —¿Querés que vayamos a la Hacienda?
—¿Qué les hace pensar que ellos vienen de ahí? —Intervino Guillermo con seriedad. —Mi papá la tuvo pelada antes de dirigir todo en la Hacienda, él y mi mamá vivían en una casa en Guadalajara que rentaban, apenas y habían dos habitaciones, incluso a mí me tocó vivir ahí un rato... luego la compraron pero no se ha usado en años.
—¿Por qué no vivían con tus abuelos? —Pregunta Kevin.
—Cuando se enteraron de que yo iba a nacer echaron a mi papá porque ya saben: primero matrimonio y luego cachorros, cuando me enteré del primer embarazo de Leo ese era mi plan de contingencia por si a mí también me echaban. —Explicó con sencillez, encogiéndose de hombros.
Los cuatro lo vieron entre sorprendidos y confundidos, ni siquiera Lionel estaba al tanto de eso. —¿Vos sugerís que vayamos a esa casa como terapia? —Pregunta Julián.
—Algo así, están suspendidos de todas maneras, no se pongan de fresas ahora.
—Tenés todo el tacto del mundo, Guillermo. —Regañó el Omega argentino, el mayor rió.
—Iremos... igual es aburrido estar aquí. —Habló el mayor de sus hijos por los tres.
Sus padres sonrieron, no les fue tan mal.
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The Family Jewels
Fanfiction•͈ ┈─ Falling down like dominoes Hit by family jewels Pass it down from kid to kid The chain will never end No existe familia perfecta. Y la familia Ochoa lo tiene claro desde hace algunas generaciones atrá...