Decidir dónde dormiría cada quien no fue tarea muy sencilla, era una casa con dos cuartos y en la familia eran cinco. Era más que obvio que la pareja ocuparía uno de esos cuartos, así que la verdadera discusión era por ver cuál de sus hijos dormiría en el sillón.
Guillermo y Lionel evitaban demasiado el reírse en sus caras, pero todas las soluciones que habían propuesto para decidirlo terminaban en empate o alguno de sus hijos alegaba en que uno había hecho trampa.
—¡Kevin ronca! Yo digo que él se chingue y se duerma en el sillón. —Reclamó Diego cuando la discusión no parecía llegar a ningún lado, su hermano mayor lo miró ofendiendo más no tenía con que defenderse. —Julián y yo pasamos nueve meses en la panza de mi mamá, sabemos convivir mejor entre nosotros que contigo.
Kevin miró a sus padres quienes de inmediato cambiaron sus expresiones a unas más serias. —Tengo que ponerme del lado de Diego esta vez, nene. —Fue lo único que respondió el Omega.
—¿Por lo menos tienen cobijas extra? —Preguntó ya rendido el mayor de los cachorros.
—La sacudes antes de usarla, quizás tenga arañas también. —Explicó Guillermo, dirigiéndose a uno de los cuartos para vestir los sillones donde se quedaría su primogénito.
—¿Seguimos hablando de las cobijas? —Preguntó en voz alta Diego; sus hermanos rieron y el Omega lo miró mal.
El Alfa escuchó, aguantó su carcajada y volvió con las cobijas y una expresión un poco más seria. —Esto debería ser suficiente, igual no es época de frío así que todo bien con este asunto y considerando que le invité un tamal a su madre mientras íbamos por ustedes, buenas noches.
Ochoa quería escapar de cualquier otra situación en la que tuviera que dar más explicaciones de la cuenta. Tomó a Leo por sus hombros y se lo llevó casi arrastrando al cuarto que compartirían.
Sus hijos se les quedaron viendo confundidos, aunque su mayor preocupación ahora era ver qué cenarían.
Mientras que ellos parecían ratones en la cocina, Messi veía extrañado a su esposo. —Si lo que vos querés es no levantar sospechas, estás haciendo todo lo contrario.
—Tus hijos son unos chismosos de primera, y lo que no quiero es contarles cosas que en definitiva no deben de saber.
—No hables como si fuera mi culpa, Guillermo. —Refunfuñó el menor, vistiendo ya su pijama, mantenía su ceño fruncido.
El Alfa lo miró confundido, ¿cuándo y cómo siquiera insinuó eso? —Entiendo que estés algo tenso, Leo, pero yo no estoy insinuando que haya sido culpa tuya o peor, de nuestros hijos.
—Es la tuya no decirme todo esto antes.
Y eso colmó la paciencia del mayor.
—Óyeme, yo no estoy ni orgulloso ni dichoso con todo esto, y si fuera por mí nunca te lo hubiera dicho pero estar aquí no me lo pone fácil, mucho menos cuando no fue mi pinche idea venir.
Son contadas las veces que Guillermo le había gruñido a su pareja en un contexto completamente serio, por no decir inexistentes.
Pero se dio cuenta de eso demasiado tarde, e independientemente del tema de su discusión, Lionel nunca podría haber visto esa reacción. Sintió su pecho siendo presionado y pese a que la voz de mando no había sido utilizada, solo pudo agachar su mirada en señal de sumisión y para evitar que el Alfa viera sus ojos inundándose en lágrimas.
—Lo siento, lo siento, lo siento. —Se disculpó repetidas veces, intentando acercarse pero el Omega dio unos pasos atrás, abrazándose a sí mismo. —Yo no quería, Leo...
Recibió una mirada llena de tristeza y arrepentimiento. —¿También me mentiste cuando me dijiste que no estuvo mal el venir aquí?
—No, no lo hice, y si alguien está ocultando cosas también, eres tú, ¿qué tienes, Leo? —Preguntó suavemente, no queriendo intimidar más a su Omega. —Hemos tenido mejores motivos para discutir así, si algo sucede sabes que puedes decírmelo.
Messi relajó su mirada un poco pero seguía aferrado a sus propios brazos, como si quisiera protegerse de su propio Alfa; se mantuvo en silencio.
—¿Pasó algo mientras estabas en Francia?
—No...
Eso lo alivió pero no como debería. —¿Entonces? Mi vida...
—Antes de irme... ¿recordás lo que pasó? —Preguntó en un murmullo.
—Los cachorros iban regresando luego de quedarse con Andrés y Sergio unos días porque... —Siguió recordando y sus ojos se abrieron perplejos. —Porque nuestros celos se sincronizaron...
—Guille perdóname. —Pidió en un sollozo. —Vos no querías más hijos y yo y mi estúpida necesidad Omega te hicimos esto.
La mente del Alfa hizo click, bueno, eso explicaba las reacciones tan alteradas de su Omega junto al pequeño detalle de siempre estar a la defensiva. Se quiso golpear a sí mismo por más de una razón.
Gruñirle a su pareja en cinta, discutir con él y no hacer nada más que provocarle sensaciones negativas en las últimas veinticuatro horas.
Vaya Alfa tan horrible que resultó ser.
—¿Estás en cinta? —Preguntó bajito, aún sin procesar lo ocurrido en los últimos minutos, se ganó una mirada enfurecida. —Pregunta demasiado pendeja, lo siento...
Lionel suspiró exasperado. —Me enteré apenas la semana pasada. No tengo ni el mes, aún estamos a tiempo para... para...
Ochoa se acercó lentamente a él, pero aún no había contacto físico.
—¿Eso es lo que quieres?
—Vos no querés otro hijo, acordamos que solo serían tres y se llevaría demasiados años con los otros y-
—Leo, yo no soy el embarazado. —Interrumpió de forma calmada, buscó tomar la mano de su Omega y acariciar el dorso de esta. —Te lo preguntaré de otra manera y se cual sea la respuesta yo te apoyaré, ¿tú quieres tener otro cachorro?
Otro sollozo, y otro, varios se escucharon antes de que el argentino se aferrara a las ropas que llevaba su esposo y asentía frenéticamente.
—Guille quiero tenerlo, sé que es egoísta pero en verdad quería tener un último bebé...
Sintió una gran y fuerte mano acariciando su espalda de manera suave.
—Y lo tendremos, mi amor, no te dejaré solo entre todo esto.
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The Family Jewels
Fanfic•͈ ┈─ Falling down like dominoes Hit by family jewels Pass it down from kid to kid The chain will never end No existe familia perfecta. Y la familia Ochoa lo tiene claro desde hace algunas generaciones atrá...