11.- Interrogante

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—Se olvidaron de nosotros.

—¿Primera vez?

La tiendita más cercana ya casi cerraba y sus padres ni sus luces habían mostrado, ellos podrían regresarse solitos si por lo menos supieran dónde chingados estaban, no prestaron demasiada atención al camino.

Tenían miedo, sí, pero probablemente los asaltantes de la colonia eran con quienes habían establecido una amistad un poco demasiado apache pero por lo menos tenían la garantía de que nada relativamente malo les sucedería.

—O quizás les están haciendo un hermanito. —Dijo un burlón Hirving, que rió todavía más al ver las reacciones de los niños Ochoa.

—Si eso sucede me voy a ir pero en putiza a Argentina. —Fue Diego el primero en hablar.

—Tranquilo, chaparro, ¿es realmente malo que tengan otro carnal?

—No nos aguantamos ni entre nosotros tres, menos aguantaríamos a un bebé. —Explicó Kevin. —Yo a estos weyes no les llevo ni dos años, pero llevarle más de quince a otro estaría cabrón...

—Sí... ya de por sí ustedes son medio especiales. —Carlos se ganó miradas un tanto confundidas. —Bueno, su jefe no tiene hermanos... y según dice mi abuela, en la familia Ochoa nunca habían tenido más de un hijo hasta que ustedes llegaron.

—¿Y tú desde cuándo sabes tanto de la familia de estos morros? —Interrogó Edson.

—Mi abuela fue comadre de los de estos... cuando estoy con ella y pasan algún comercial de ellos se suelta a hablar como si no hubiera un mañana.

—Me sorprende que le pongas atención a ella pero no a la maestra de historia.

—Porque ella no lo cuenta como si fuera el mejor chisme de la vida. —Aclaró el Beta de pelo largo. —Y es interesante, está medio curiosa su familia déjenme decirles.

Los cachorros Ochoa estaban perplejos ante eso, ¿cómo es que el tipo con cabello de Albertano parecía saber más de su familia que ellos mismos?

No se lo pensaron demasiado para la siguiente pregunta.

—¿Podemos conocer a tu abuela?

—Pinches asaltatumbas. —Les respondió Hirving.

—Cállate Hirving. —Dijo Carlos para luego mirar hacia los menores. —De poder pueden, pero hoy no, ya es tarde y no pretendo despertarla solo porque los nietos de sus compadres quieren... —Se quedó un rato pensando. —¿Por qué quieren conocerla?

Fue ahí cuando la realidad golpeó a los menores con su mejor guante, dejándoles con una sensación abatida y con semblantes confundidos y tristes, salir de su burbuja era tan peligroso a veces.

El cambio en el ambiente fue tan notorio que los otros tres no supieron qué hacer o decir.

—Voy a... marcarle a mi papá. —Murmuró Kevin sin más, alejándose de todos ellos.

Por mucho, el más afectado por el asunto era el mayor de los tres hermanos.

—Oigan, si dijimos algo mal nosotros no queríamos- —Intentó disculparse Edson.

—No, no, ustedes no hicieron nada solo nosotros... —Diego miró de reojo a su hermano, lucía incluso más indispuesto que el mayor. —Nosotros somos el problema.

—Vámonos con Kevin... —Pidió Julián con su mirada agachada.

—Fue un gusto. —Fue dicho con un hilito de voz por parte del único Omega presente.

Se despidieron de forma rápida y sin esperar respuesta se perdieron rápidamente de la vista de los tres locales que quedaron demasiado confundidos.

Fueron con Kevin, no se habían sentido tan desprotegidos en mucho tiempo, ni siquiera en su reciente pelea en la escuela pelea lo hicieron.

Atravesaban muchos problemas juntos pero ahora, después de la pregunta realizada por el Beta, se sentían tan lejanos unos de los otros como no lo habían sentido hace mucho tiempo.

Desde que sus abuelos fallecieron.

—¿Te contestó? —Preguntó Diego a su hermano al ver como ya no prestaba atención a su celular.

—Ya vienen los dos... —El mayor tomó asiento en la banqueta. —No se escuchaba bien.

—No debimos decirles que sí vendríamos, no fue una buena idea. —Mencionó Julián, él permanecía de pie. —¿Por qué le dijiste que lo haríamos?

Kevin frunció su ceño. —Yo no veo que ustedes hayan dicho algo, no me eches la culpa por esto.

—Apláquense los dos. —Gruñó Diego. —Es culpa de los tres, por esa pendeja pelea y más.

Sus hermanos rodaron sus ojos, dispuestos a ignorarse por lo menos todo ese rato y el menor de ellos no pudo hacer demasiado.

—Si mi papá se escuchaba mal... ya saben qué hacer. —Susurró el de cabello más largo.

—¿Por cuánto tiempo les querés mentir?

—Es necesario, ellos tienen suficiente estrés ya como para que se preocupen por sus chillones hijos... ya se la saben.

"Pasar de carbón a diamantes, tersos y brillantes".

Su plática se detuvo cuando vieron la figura de sus padres acercándose a ellos pero algo no estaba bien.

Lionel llevaba puesto un suéter de Guillermo, ambos lucían cansados y ni hablar de los ligeramente hinchados ojos del Omega, su madre había estado llorando.

Después de su pequeña plática el argentino se deshizo en lágrimas sobre el pecho de su Alfa, y este sabiendo que no podía dejarlo así tuvo que tranquilizarlo como pudo puesto que sus hijos seguían fuera en un lugar que no conocía y comenzaba a hacerse demasiado tarde.

—Perdón, perdón, se nos fue el tiempo. —Se disculpó su padre al estar con ellos, Lionel sonrió un poco.

—Nos quedamos dormidos, nenes, discúlpennos...

—Está bien, no la pasamos tan mal aquí. —Respondió Kevin, sintiéndose levemente aliviado de ver a su madre sonreír.

—¿Traen todas sus cosas? —Preguntó con burla el Alfa. —Sé lo que les decimos de comentarios como esos, pero viéndolo de noche aquí está culero.

Logró sacarle una risa a su familia.

—Tenemos todo, los que parecían asaltantes terminaron siendo muy agradables. —Comentó Diego. —Medio castrositos al principio pero me caen mejor que todo mi salón.

—Eso está bien... supongo. —La preocupación fue inevitable.

—Guille tus hijos hicieron amigos, dejá de cuestionarte todo. —Los defendió Messi.

—Tenés razón, no es algo que suceda todos los días. —Secundó Julián.

—¿Y no nos decías tú que no te gustan nuestras juntas en la escuela? —Ahora Kevin le dio una burlona sonrisa a su padre.

—Ustedes son bien montoneros. —Reprochó el rizado, sacándoles otra risa.

Y durante todo su camino a aquella casa, se sintieron como una familia normal.

The Family JewelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora