5.- Carretera

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A la mañana del día siguiente emprendieron su pequeño viaje terapéutico/familiar, Guillermo como prometió se deslindó por completo de su trabajo y fue él quien se encargó de manejar en todo el camino, su esposo a su lado y sus cachorros en los asientos de atrás.

Llevaban un pequeño debate en el cual el Alfa tenía las de ganar. —No veo lo malo en llegar a limpiar, y ni siquiera será demasiado, pago el mantenimiento de esa casa mensualmente.

—Tus hijos no van a querer. —Canturrea el Omega.

—¿Mis hijos? Aquí el que los malcría eres tú, —miró por el retrovisor de la camioneta— oigan, ¿verdad que no tendrán problemas con llegar a limpiar un poco la casa de sus abuelos?

—¿De qué estamos hablando con "limpiar"? Porque a duras penas sabemos agarrar un trapeador. —Contestó Diego mientras miraba su celular algo ansioso.

—No creo que pase de trapear y tú deja ese celular, te vas a marear y no quiero que se guacareen en la camioneta.

—Solo estoy esperando a que alguien de mi salón me confirme de unos trabajos... —Mintió algo nervioso.

—Revisarás eso cuando lleguemos, no quiero ver a ninguno aquí con su celular —miró al Omega que por igual tenía la mirada perdida en ese aparato— y eso va para todos, Leo.

—Sos un aburrido. —Bufó mientras lo guardaba. —Nenes, ¿verdad que no les gustaría llegar a limpiar esa casa?

—Lionel, no vamos a discutir sobre esto y tampoco te quedas atrás, tú también eres medio malcriado a veces, este viaje nos va a servir para eso también.

Los cachorros pudieron percibir el cambio en el Omega, quien miró irritado al mayor; Kevin hizo una mueca que Julián imitó y Diego solo miraba con burla a su padre Alfa.

—Francisco, yo no voy a pasar de trabajar hasta la concha de la lora a trabajar aquí. —Dijo casi en un gruñido, todos los presentes sabían que cuando llamaba así al mayor no era buena señal. —Y vos me volvés a decir malcriado y te voy a demostrar lo que es un Omega realmente enojado, ¿lo entendés?

—Sí, cariño...

—Vamos a limpiar esa casa y ya, y vos no vas a volverle a decir a mis cachorros malcriados.

Guillermo se había encogido en su lugar, olvidando lo especial que podría llegar a ser su esposo cuando se enojaba en algunas ocasiones y en esta definitivamente lo había molestado, no es como que el Alfa no tuviera la culpa en eso.

No cuando fue él mismo quien consentía en demasía a Lionel desde que eran jóvenes, ahí tenía su karma.

—Perdón... pero quiero alejarme lo más posible del trabajo, pensé que eso me entretendría un poco...

—Lo sé, ayer Javi me llamó. —Soltó un suspiro. —Solo quiero que se relajen, pero si vos te relajás limpiando no te detendré.

—¿Por qué Javier te llamó?

—Preguntó por los cachorros y por vos, me pidió que te tranquilizaras un poco... —Mordió su labio. —Nunca me dijiste que buscabas fisioterapeuta.

Kevin decidió intervenir. —Má', tú sabes cómo se pone cuando hay cambio de temporada y sobre todo ahora que será verano.

Messi volteó a ver a sus hijos, estos parecían más al tanto de su salud que él mismo pero era algo obvio considerando que estuvo lejos por un largo mes, sabiendo lo mucho que eso podía afectar a su Alfa en un largo periodo de estrés para él.

Seguía reprendiéndose por dejar a su familia así.

—Kevin tiene razón, tampoco se la vive todo el día en las oficinas o algo, salimos juntos en este mes un par de veces, podrá estar viejito pero no es para tanto, preocúpate cuando se le caigan sus chinitos de querubín. —Se burló Diego sacándole una risa a todos menos a Guillermo.

—No te diré nada solo porque su madre no me deja mentárselas. —Fue lo único que respondió, haciéndoles reír aún más.

En momentos como esos el Omega agradecía tanto tener a sus cachorros con él, le brindaban seguridad en tantos sentidos y solían ayudarle con las tensiones que se generaban entre él y su marido.

Guillermo un tanto más relajado por igual siguió conduciendo, les faltaba menos de una hora.

—¿Te podés orillar? —La voz de Julián le hizo fruncir el ceño.

—¿Qué les dije sobre ir al baño en la última caseta? —Preguntó algo irritado.

—No es eso... —El menor lucía pálido.

—Ay, puta madre, ¿te mareaste, Juli? —Ahora estaba alarmado.

—Apagué el celular hace mucho...

—Y te pusiste a ver por la ventana como si este fuera un camino desierto, chingada madre ni voltees a vernos. —Kevin y Diego se hicieron casi hasta el otro extremo de los asientos.

—Guille, detente antes de que también tengamos que limpiar la camioneta.

—¡No hay donde detenernos! ¿Ninguno trae una bolsa de plástico? —Orilló la camioneta hasta el carril lateral esperando encontrar donde hacer su parada.

Los menores se pusieron a buscar mientras Julián recargaba su cabeza en el asiento del Omega intentando calmarse, Diego encontró la de unos cheetos y antes de dársela Kevin lo detuvo.

—¿Qué chingados haces? ¡Va a apestar aquí!

—¡Eso es mejor a que vomite la camioneta!

—¡Denle la bolsa a su hermano! —Gritó Lionel.

Guillermo escuchaba todo cada vez más preocupado. —Si algún día tienen carro, no hagan lo que estoy a punto de hacer.

No había zona para detenerse pero el Alfa se encargó de hacer una, afortunadamente no venían más vehículos detrás suyo, paró de forma casi abrupta apenas el camino dejó de tener esas características bardas de metal que se encontraban en las autopistas; Lionel y los cachorros se movieron recorrieron a la derecha por la inercia pero por lo menos se detuvieron.

—Julián, salte antes de que pase un policía o peor, el dueño de aquí.

El menor obedeció y salió a vaciar su estómago en el pasto, Lionel bajó con él junto a una botella de agua y pastillas para los mareos, también a darle algo de apoyo a su cachorro.

—La próxima vez vendremos en avión. —Fue lo que dijo el mayor soltando un suspiro.

The Family JewelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora