7.- Cuadro

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Luego de asegurarse de quitar la mayoría del polvo que había en el lugar y de que Lionel se encargara de las arañas ya que ni su Alfa quiso lidiar con esa labor, estaban en la sala, bueno, los cachorros lo estaban.

Guillermo ya se encontraba cocinando y le pidió a su esposo que fuera por algo a la tienda, así que estaban ellos solos ahora; eso y que si dejaba a Messi cocinar probablemente algo saldría quemándose y no precisamente la cocina.

—¿Entonces dices que ni mi mamá conocía esta casa? —Preguntó Kevin, mirando las pocas decoraciones que quedaban en el lugar con curiosidad.

—No, creo que ni se la había mencionado antes, no era algo importante.

—Pero se conocen desde hace mucho, ¿y ni así le dijiste?

—Créeme que mis prioridades eran otras cuando conocí a Lionel, y luego ya no solo fuimos él y yo, simplemente no era necesario contarle de este lugar porque pensé que nunca vendríamos. —Se encogió de hombros. —Y si la conservo es por mis padres...

Los menores notaron como él lucía ligeramente irritado por esa plática, ¿qué clase de hijos serían si no le sacaban más chisme a su padre y de paso lo hacían molestar más?

—Viéndola limpia es una linda casa, ahora entiendo por qué querías venir aquí si mis abuelos te corrían. —Diego se unió a la conversación.

—Esperaba no se convirtiera en tradición familiar, y donde ustedes me salgan con una pendejada así antes de tener una carrera terminada ni siquiera los dejaré venir aquí. —Advirtió con seriedad, mirándolos por unos segundos antes de regresar su vista al sartén.

Julián hizo un mohín, vaya que su padre se estaba haciendo el difícil para soltar la sopa, quizás deberían de probar por otro ángulo; buscó alguna excusa hasta que vio uno de las fotografías colgadas en marcos de la pared: esos no eran sus abuelos.

—¿Por qué decís que no es algo importante si aquí creciste vos? —Preguntó el Alfa más joven sin dejar de mirar el cuadro colgante.

—¿No tienen algo más que hacer además de estar de chismosos? —El mayor ya andaba llegando a sus límites.

Recibió tres miradas incrédulas como respuesta, su padre no les daba miedo, y sabían que ahora mismo no estaba enojado ya que era muy raro verle así, el temperamental solía ser el Omega pero el rizado sí que estaba enfadado.

—Bien, bien, cuéntanos otra cosa. —Accedió Kevin alzando sus manos en señal de rendición.

—¿Qué es lo que quieren saber? —Suspiró buscando relajarse un poco.

—¿Por qué quisieron tener a Kevin si eran muy jóvenes? —Diego se aventuró a decir eso, su hermano mencionado lo miró mal y Guillermo arqueó su ceja.

—Ya éramos mayores de edad, es algo que los dos quisimos desde que nos conocimos, teníamos la estabilidad para mantener un cachorro... y ni él ni yo queríamos ser padres pasando de los veintitantos. —Enumeró, sonaba peor de lo que pensó pero lo hecho hecho estaba y aborto más de quince años después no había.

—¿Querían tener solo uno?

—Bueno... yo pensaba en tres, pero también en tres embarazos. —Sonrió un poco. —Nunca pensé que serían mellizos, mucho menos tan pronto.

—¿Estás diciendo que Julián y Diego fueron un accidente? —Fue el turno de Kevin de ofenderlos.

Guillermo frunció su ceño, a veces sus hijos preguntaban cosas que definitivamente no debían de saber pero por suerte fue salvado por su esposo que llegó con lo que le había mandado a comprar y una paleta en labios, Lionel adoraba esos dulces.

—Tuve que ir a tres tortillerías solo porque no les gustan las de máquina. —Fue lo primero que les dijo, principalmente a su esposo. —Y la señora hablaba demasiado, aunque me cayó re bien y ahí me vendió la paleta. —Regresó el dulce a la bolsita que anteriormente lo mantenía sellado.

—¿A nosotros no nos trajiste? —Preguntó Diego mirando al Omega con el ceño fruncido.

—Solo había una. —Mintió rápidamente, sus cachorros lo miraron indignados. —Dijo que para la tarde pone un puesto de dulces, ustedes vayan solos.

El mayor regresó su atención a lo que ya estaba terminando de cocinar, lo tuvo complicado ya que a Lionel no le gustaba el picante y a sus hijos les fascinaba, tuvo que hacer la salsa por separado si no quería que su marido lo mirara mal por lo que queda del día.

—Kevin pon la mesa, hay un tortillero por aquí, pásale un trapo húmedo. —Pidió Guillermo, aunque se dio cuenta de que al Omega le faltó algo. —Amor, ¿no trajiste algo de tomar?

Lionel lo miró con una ceja levantada, pero un fresco recuerdo vino a él, cosa que le provocó un pequeño suspiro, sacó su cartera y le extendió un billete a Julián.

—Andá a traerle coca a tu padre.

Su cachorro lo miró algo asustado. —¿Me estás mandando a comprar drogas?

Guillermo pasó su mano por su rostro, dejando descubiertos únicamente sus ojos. —Juli... habla del refresco.

Kevin y Diego se soltaron a reír, Lionel también quería hacerlo; el mayor se preguntaba en dónde estaban exactamente las mentes de sus cachorros.

—Julián, ve por eso antes de que termine de servirles. —Pidió el rizado, el menor algo aturdido salió.

Mientras el mayor de sus hijos ponía la mesa, el más joven seguía preguntándose algo mientras veía el cuadro que su mellizo también miró con anterioridad, compartiendo el sentimiento de confusión.

—Pá... ¿quiénes son esos señores? —Señaló con su dedo; era algo intimidante pues el cuadro era enorme y estaba colocado justo arriba de la mesa del comedor.

Messi también lo vio con curiosidad, la familia de su esposo era pequeña y ni así reconoció a la pareja; Ochoa pasó saliva y se quedó mirando a la fotografía por segundos que parecieron eternos.

—Son mis abuelos, Diego.

The Family JewelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora