La espesa niebla del pequeño bosque cada vez se hace más densa sobre nosotros justo cuando el sol luce cansado, mientras las nubes y el firmamento se preparan para recibir la noche. Hace ya rato nos vestimos y tratamos de arreglar nuestras arrugadas vestimentas, pero algo nos hizo quedarnos aquí, sentados entre el pasto y las exóticas flores. Realmente ninguno de los dos ha dicho ninguna palabra, pero está bien, no las necesitamos. Simplemente estamos tratando de disfrutar lo más posible de este momento, guardando en nuestras memorias todo lo que aquí ha pasado en medio de la humedad, el calor y el olor dulzón de este pequeño lugar que ha sido cómplice de nuestra entrega.
Mentiría si digiera que no me ha gustado. Mentiría si dirigiera que con él he no sentido cosas que jamás he sentido en mis experiencias con Dimitry. Mentiría si dijera que sus palabras no me desarman. Mentiría si digiera que no tengo el corazón acelerado junto con una sonrisita estúpida que crece cada vez que cómplice me voltea a ver. Mentiría si digiera que este momento no lo guardare en un lugar muy especial de mi mente, acompañado con el recuerdo de un olor dulzón de manzanilla y miel. Quizás en el futuro me arrepienta o quizás no, pero no me importa porque por primera vez en la vida me he admirada de verdad, desligada de la senda del destino a la que se me fue entregada sin que yo tuviera oportunidad de elegir.
Quizás aún no nos hemos ido por temor, por miedo a que esta burbuja de complicidad y tranquilidad se rompa apenas pasemos los últimos arboles de este bosque. Quizás no queremos que la realidad nos reviente tan rápido en la cara haciéndonos sentir culpables y estúpidos. Quizás y solo quizás queremos pensar por un momento en que estamos haciendo lo correcto cunado hay más de un par de razones por las cuales no deberíamos estar haciendo esto y menos en este lugar.
— ¿Qué se siente tener un legado tan grande y oscuro sobre tus hombros? — pregunta suave con la vista perdida en el horizonte que ya empieza a tornarse en colores rojizos, listo para cederle el paso a la noche.
Por un segundo se me corta la respiración ante su pregunta. Recuerdos míos lidiando con el deseo, el poder y la dominancia de mi sangre me asaltan sin permiso, recordándome lo duro que ha sido para mí poder cumplir con las expectativas de mi madre, aun cuando mi sangre y mi ser me exigen ser algo más, algo que por derecho me corresponde, pero que por bien de toda la comunidad tuve que merecer. La imagen del grimorio que mantengo hechizado bajo de mi cama para que nadie pueda verlo o detectarlo me hace recordar el delicado momento que estamos pasando y la incapacidad que presento para abrirlo. ¿Qué se siente ser una Trasoqui? Quizás aún no tenga una respuesta clara para esa pregunta, pero se siente mucho más satisfactorio y propio ser una Qubelle. Durante toda mi vida he luchado por desligarme de mi verdadero linaje, por eso luche y aguante todo, para hoy poder ser llamada a pesar de todo, una Qubelle, hija heredera de una de las mejores reinas que ha tenido los aquelarres, bisnieta directa de la bruja que rompió con décadas de oscuridad, guerra y desequilibrio dentro de los aquelarres, de la bruja que lo cambio todo y nos dio una nueva oportunidad, aunque eso significo perder su alma.
ESTÁS LEYENDO
El harén del Alfa
FantasyEstá no es una historia cualquiera, en sus líneas está narrada la historia de la más grande bruja de todo el mundo de Frunbor, un mundo frágil que requiere de hipocresía y falsos modales para conservar la paz y la armonía. Una traición familiar pone...