Capítulo 28: Legado Trasoqui

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Hoy era un buen día

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Hoy era un buen día. Tuve un despertar apasionado, de esos que te dejan sin aliento a primera hora del día. Incluso podría decir que nunca en mi vida me había enfrentado a una mañana con tan buen ánimo, cosa rara en mí, que siempre voy por la vida esperando lo peor, pero hoy era diferente. Recibimos con todo el debido protocolo a los cinco altos generales de las hadas, quienes llegaron cansados y propusieron emprender camino hasta el día de mañana hacia mi tierra, la tierra de los aquelarres. Entendiendo su situación, tanto Argus como la gran ex reina aceptaron sin mucha resistencia.

Argus, después de ubicar a las hadas para que se acomodaran dentro del castillo, me propuso salir a pasear por el reino los dos solos, alegando que Shein se podría hacer cargo de su trabajo, ya que la mayoría eran cosas simples teniendo en cuenta que no han vuelto a llegar aves mensajeras del reino vampírico con quejas sobre el comercio que mantienen estos dos reinos. Acepte encantada, porque ahora que soy una "invitada de honor" no tengo tarea alguna que hacer. De repente mi cama luce tendida en mi primer descuido, cualquier desorden de ropa o algo desaparece a manos de los sirvientes que merodean cerca de mí, pendientes a cualquier cosa que necesite, lo cual me parece ridículo porque se valerme muy bien por mí misma, pero bueno, supongo que hace parte del protocolo.

Pero es mi vida, nada sale como se espera. Cuando Argus y yo nos disponíamos a salir del castillo después de unas palabras cálidas de la gran ex reina, un halcón de considerable tamaño con ojos más rojos que la sangre, se posó ante nosotros mostrándose altivo. En su alargado cuello cubierto por largas y esponjosas plumas lleva un gran collar de hierro puro donde se puede ver claramente un papel enrollado que deja a la vista el sello del reino de los vampiros. Uno de los lobos guardias con desconfianza se acerca al imponente halcón quien ni se inmuta, solo lo sigue con su ardiente mirada sin incomodarse por la cercanía del lobo, quien en cuestión de segundos saca el papel del collar. Apenas el lobo se aleja del halcón para entregarle el papel a Argus, el halcón extiende sus alas y se va sin esperar contestación.

Por su parte Argus desenrolla el papel y procede a leerlo. Su cara, tras el ritmo de su lectura se va transformando es fastidio puro, hasta llegar a teñirse de molestia. Con fuerza arruga el papel antes de que sus ojos se posen en el cielo donde a la lejanía se ve al halcón alejándose a gran velocidad del castillo.

— ¿Pasa algo? — hago la pregunta que todos los guardias presentes querían hacer, pero no hacen por respeto a su rey.

— El maldito viene en camino. Llegará mañana junto con su princesa y sus dos concejeros principales. — El enojo empieza a notarse cada vez más, incluso una pequeña vena en su frente empieza a hincharse — ¿Quién se cree que es para auto invitarse? Y todavía tiene el descaro de avisar cuando ya está cerca del reino exigiendo una buena hospitalidad.

— El rey de los vampiros vine para acá. — resumo yo al ver el desconcierto en la cara de los lobos y sabiendo por rumores el carácter de quien dirige el reino vampiro.

El harén del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora