Capítulo 7: Problemas

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Anastasia

Al fin se acabó esta locura. Realmente estoy más cansada emocional, que físicamente. Aguantar por tanto tiempo la lengua venenosa de la reina maldiciendo hasta el aire que yo respiro me dejo agitada, principalmente porque tenía unas ganas de salir de la habitación, y no para dejarla entrar, sino para cortarle la lengua y luego devorarla enfrente de ella, para que se diera cuenta que su veneno, aunque potente, no es suficiente para matar a alguien como yo. Es que de verdad, madre naturaleza, ten un poco de compasión de esta hija tuya que todo le sale mal.

Cuando llegue a este castillo tuve la idea de pasar desapercibida, de no llamar mucho la atención luego de que la conmoción que se iba a generar por mi especia se esfumara, y mírenme, ahora tengo como enemiga número uno a nada más y nada menos que a la mismísima reina, sin contar a esa favorita que entro en la noche a la habitación del alfa. Diosa, tú te das cuenta, yo lo intento, pero el destino siempre me guía hacia los problemas.

Apenas llegue a la habitación de las concubinas, algunas de las mujeres me veían con cierta molestia, pero realmente obvie todo eso, no quiero más problemas o enfrentamientos, así que sin más tomo mis cosas personales y me dirijo a los baños del harén para tomar un más que merecido baño. El alfa me estuvo abrazando casi todo el tiempo, lo que hizo que su sudor se impregnara en mi piel, dejándome una sensación pegajosa, de lo más asquerosa. Al entrar a los baños, luego de haber extraviado un par de veces, las lobas que sirven acá intentan ayudarme, pero no lo permito. Yo sola me encargo de asearme bajo su mirada atenta. Quizás sea mi aura o los rastros de sangre lo que no las deja discutir, pero no me importa, solo quiero relajarme. Lo necesito. Me lo merezco, al fin de cuentas, acabo de librar a su querido rey alfa de algo realmente peligroso.

Ese es otro tema. No entiendo como es posibles que hago conseguid la marca. Es muy extraño y además, por qué a él. Seguramente cunado se la pusieron aún no había subido al trono ¿y qué información sobre el reino de los lobos es importante para los lobos? Es estúpido. Los demonios no se preocupan por aquellos que son inferiores que ellos. Por donde lo vea no le encuentro sentido, pero estoy segura que hallaré el camino a la verdad oculta. Al menos tengo algo en que matar el tiempo mientras este aquí.

Salgo de los baños ya vestida con un vestido simple de color rosa pálido. Sin saber que hacer me voy a la habitación, al entrar, lo primero que veo me genera malestar, pues sé que me espera una gran tormenta. Realmente esta señora es realmente molesta. Parada con todo su rabia hirviendo en su interior, la reina me ve con soberbia mientras sus manos están apretadas a sus costados. Su gran vestido verde esmeralda hace resaltar más sus rasgos fríos y calculadores, detrás de ella está la favorita que entro en la habitación del alfa, su mirada también irradia odio, mientras luce un vestido color verde pastel no cuadra con su actitud prepotente y altanera; por último y de forma predecible, detrás de ellas se encuentra Bolgoña enfundada en un vestido negro de mangas largas que cubre cada rincón de su cuerpo solo dejando su rostro al descubierto. El trio de las caras largas, las llamaré.

— Sucia oscura, me vas a pagar tu altanería, ¿Quién crees que eres para ignorar una orden mía? — la reina habla con fingida serenidad, pues sus ojos hablan de su alteración y de su rabia contenida — Tendrás un castigo, de ahora en adelante serás la criada principal de Renata, harás lo que ella diga sin rechistar, además, al ver tu cuerpo esta mañana note que estas unos cuantos kilos por encima de lo que deberías, así que solo tendrás una comida simple al día. — esa última parte me afecta, realmente necesito alimentarme bien pero sé que si reacciono y contradigo su orden me irá peor, así que solo mantengo mi neutralidad antes de hablar.

— Será como la gran reina quiera. — Mi calma parece enfurecerla más, pero Renata toma su brazo y con suavidad le susurra algo que no logro escuchar.

El harén del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora