Capítulo 31: Entrga

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Una hora exacta

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Una hora exacta. La cena terminó, los vampiros se fueron a sus aposentos y, tanto mi madre como las favoritas, organizaron la agenda de mañana y de igual forma se fueron a descansar, pero ellos siguen allí, encerrados en mi despacho mortificándome a mí, el rey de estas tierras. No sé qué me pasa, pero desde que ese insolente demonio se mostró ante nosotros y se apodero de la mano de Anastasia he sentido unas intensas ganas de enterrar mis garras en su cuello mientras veo la desesperación en sus ojos por la falta de aire. Mi lobo ha querido salir desde entonces. Me exige sangre. Me tienta y seduce para que lo deje salir a reclamar quien sabe qué, porque aunque me moleste, no tengo en este momento ninguna potestad sobre Anastasia. Realmente no lo pensé bien cuando apoye a mi abuela a darle el estatus que se merece. No debí darle tanta libertad, solo tenía que haberla ascendido a favorita, así en este momento podría entrar a ese despacho y exigir cuanto quiera, pero no, no puedo hacer eso.

Sé que mis pensamientos están más que dispersos y el constante instinto animal me hace perder el sentido de la razón, pero es que realmente no entiendo que es este sentimiento tan enfermizo, tan angustiante, tan infernal. Jamás en toda mi vida he experimentado esto y no me gusta. Yo soy un rey, vivo para gobernar y ser complacido. Pero en vez de eso estoy aquí, en medio de mi habitación, con los ojos dorados, con las garras a fuera y con una mesa destruida, pues se atravesó en el momento menos indicado ¿Y todo por qué? Porque Anastasia no está aquí conmigo, como las últimas noches, alistándonos para dormir, entregándome su cuerpo y paz, por el contrario, esta con ese fulano quien.... No lo quiero ni pensar. ¿Sabrá él, también como yo, cuales son las caricias que más la estremecen? ¿Acaso se apuesto a analizar cada trazo de tinta como yo? ¿Conocerá ese punto nervioso sobre el valle de sus senos que la enciende más de lo normal?

No lo creo. Dudo que el haya adorado su cuerpo en el pasado como lo he hecho yo. Además, ella dijo que solo fue diversión, aunque recuerdo ver en sus ojos un cierto anhelo que me hace sospechar. No creo que él sepa que le gusta abrazar cuando está dormida, que ronca en las madrugadas más fría, que a veces, cuando está muy cansada, habla entre sueños. No creo que él sepa lo que es abrazarla toda una noche sin soltarla, oliendo su fragancia natural. No creo que él sepa lo que es perderse en el misterio de su mirada ni sentirse desnudo frente a ella aunque lleve miles de ropajes. No creo que él sienta todo lo que yo siento con ella. Pero ella, ¿sentirá lo mismo que siente conmigo, con él? ¿También se le escaparan pequeñas sonrisas verdaderas cuando esta junto a él? ¿Acaso también le costara mantener su neutralidad como le pasa conmigo?

Necesito saber. Necesito que me diga que siente como yo me siento y que nunca antes había sentido algo así. Porque yo si se lo puedo decir. Desde el momento que mi abuela me dejo sentar en el trono, por mi cama, casi a diario, han pasado concubinas y favoritas. Seres preciosos, sumisos y entregados que se dedican a mí y solo a mí. Quienes me dan su cuerpo, su alma y su vida solo por noches de pasión., por nada más. Pero aun así, nunca nadie me ha hecho sentir esa inmensa bruma de sentimientos que me provoca Anastasia, aun cuando ni siquiera me ha dado todo de sí, pues su lealtad aún sigue estando en los aquelarres.

El harén del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora