Todos se quedaron en silencio ante esta nueva amenaza. Ignacio había sabido de alguna manera que estaban tras su pista y, aun así, había tenido tiempo de enviar una nueva nota mientras huía. Mario estaba tan temeroso como aliviado con esta misiva. No era bueno que el asesino estuviese desaparecido, sin duda, pero, al menos, ya sabían a quién buscaban. Por otro lado, el que no hubiese incluido ninguna declaración sobre su relación con Valeria ni más fotos, le tranquilizaba. Había dejado claro que iría contra su reputación si no se dejaba matar, sin embargo, no lo había hecho. De momento, al menos.
— ¿Cuándo ha sido entregada esta carta? ¿Dónde estaba? —preguntó Valeria de pronto.
— He salido a la entrada a despejarme y estaba en el parabrisas de uno de los coches de la policía. Pensé que sería propaganda, pero, al ir a quitarla, he visto que era otra amenaza —explicó Jaime, nervioso.
— ¿Tenemos cámaras en esa zona? —preguntó la inspectora.
— Ahí no. En la puerta de entrada hay una que graba a quienes entran por la puerta, pero no cubre la zona de estacionamiento de vehículos —respondió en este caso Daniel, pensativo.
— ¡Joder! Está claro que Ignacio se conoce bien el cuartel y la ubicación de las cámaras. Sabe evitarlas —exclamó pensativa Valeria.
— ¿Qué hacemos ahora, inspectora? —preguntó Daniel, expectante.
— Padre Mario, ¿está dispuesto a servir de cebo? —le preguntó la inspectora mirándole directamente a él.
— Sabe que sí —aseguró el sacerdote, sabiendo que no podía ayudar en nada más que en eso. Tenía que ponerse a tiro para atraer al asesino.
— Bien. Ignacio es listo y sabe cómo trabajamos por lo que tenemos que hacerlo bien. De momento, Sara, estás fuera de este operativo. Si se pone en contacto contigo quiero que puedas decirle, sin que detecte dudas en tu voz, que no sabes nada. Te quedarás en el cuartel, atendiendo a los locales mientras nosotros organizamos todo desde casa —ordenó Valeria. Sara no puso objeción, obedeció sabiendo que tenía órdenes y debía cumplirlas, por mucho que quedarse al margen le incomodase.
Recogieron todo lo necesario para el operativo y se dirigieron a casa de Mario para prepararlo todo desde ahí. El sacerdote estaba terriblemente nervioso ahora que había accedido a ser el cebo, consciente de los riesgos de que Ignacio pudiese matarle antes de que tuviesen ocasión de detenerle. Para mantenerse ocupado, se dedicó a servir refrescos a todos los policías reunidos en su salón y que miraban concienzudamente un mapa del terreno.
— Vamos a organizarlo todo lo antes posible. No irá por el sacerdote si sabe que está protegido por todos nosotros por lo que tenemos que hacerle creer que, mientras le buscamos, el Padre Mario se ha quedado relativamente desprotegido —comenzó la inspectora.
— ¿Cómo pretende lograr eso? —preguntó Daniel.
— Necesitamos hacerle creer que sigue aquí, en casa, solo. Y que el grueso del Cuerpo está barriendo la zona para encontrarle —explicó Valeria.
— ¿Voy a quedarme solo? —peguntó Mario, nervioso.
— No. No estarás aquí. Te esconderemos en algún sitio cercano y yo misma estaré contigo para protegerte. He pedido refuerzos a la ciudad y me mandarán varias unidades que destinaré a la búsqueda de Ignacio, casa por casa. Y controles en las carreteras cercanas por si intenta robar un coche y salir de las inmediaciones. Salvo Daniel y Jaime, los demás estaréis ayudando a la policía en los controles y en los registros de viviendas. Mientras, vosotros dos, os quedareis aquí, dando la sensación de que estáis protegiendo al cura. Quiero que deis una imagen de dejadez, de que estáis más pendientes de la operación de rastreo que de protegerle. Salid a fumar o dar un paseo de reconocimiento a la zona de forma individual y manteneos en contacto constante entre vosotros. Si le ve desprotegido espero que vaya por él. Empezaremos el registro de viviendas por el lado opuesto del pueblo, de tal forma que tenga acceso a la casa por tiempo limitado, así le metemos prisa —expuso Valeria con fría calma y explicando sobre el mapa dónde estarían los controles policiales y por qué casas se comenzaría el registro.
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El Hombre de Negro
Romansa--Serie Clerimen I-- Mario es un sencillo sacerdote de pueblo al que un loco convierte en el centro de sus problemas, comenzando a amenazarle y a asesinar vecinos para hacerle daño. Valeria, una inspectora de homicidios, es enviada al pueblo a atrap...