PDV Catalina
Camino con calma hasta el auto, sin poder ocultar la sorpresa y el estado de estupefacción en que me dejaron las declaraciones y acusaciones que acaba de hacer Harriet. No es que fueran información nueva, pero fue completamente inesperado.
Escucho a Philip arrastrar los pies detrás de mí y murmurar bajo su aliento las excusas que no dejaron sus labios mientras ella lo encaraba. Se detiene del otro lado del vehículo y no hace ademán de abrir la puerta, aunque la mía cuelga abierta mientras lo espero.
Nunca lo había visto tan afectado como ahora, tanto así que no puede ocultarlo, siendo él tan conocido por su cara de póquer.
Harriet, la cachorrita de grandes ojos café, se había sentido tan herida y acorralada que no sólo había demostrado su gran habilidad con las palabras, nos había enseñado a ambos lo perra que puede llegar a ser.
Aunque no parece haber tenido el efecto deseado en Philip.
— ¿Viste hacia dónde se fue? —pregunta.
— ¿De qué estás hablando? —interrogo de vuelta en lugar de responder.
— No podemos dejarla aquí, podría perderse —explica con demasiada convicción.
Reprimo una risa buscando paciencia y con voz suave le digo:
— Solo sube al auto, Philip.
— Pero nosotros la trajimos —insiste—, y está molesta—
— Sí, molesta contigo —explico exasperada, fallando en encontrar la paciencia necesaria—. No creo que quiera que vayamos detrás de ella.
— Pero—
— ¡Sube al puto auto! —grito y doy un portazo para terminar de liberar la energía.
Su fingida calma y preocupación desaparecen con mi exabrupto.
Yo no suelo gritar, no me gusta, por eso el mundo parece detenerse unos segundos a nuestro alrededor cuando lo hago. Philip sale de su estupefacción, abre despacio la puerta del copiloto, se instala y asegura su cinturón mientras yo me acomodo detrás del volante.
El viaje a casa es corto, silencioso y tenso por sí mismo, al tiempo que pesan sobre nosotros las palabras de Harriet.
No negaré que se sintió bastante satisfactorio que ella le haya cantado las cuarenta y no lo dejara tomarse atribuciones que no le corresponden, que se defendiera de sus acusaciones y defendiera su honor, pero no soy fanática de los dramas y me molesta haber quedado en medio de su discusión.
— Catalina... —dice Philip cuando apago el motor del vehículo.
Yo espero, pues no tengo nada que decirle y, por lo que parece, él no sabe qué decirme tampoco.
— ¿Perdón por avergonzarte en público, meterte en medio de una discusión que no te correspondía y comportarme de forma infantil? —completo por él, alzando una ceja para enfatizar mis palabras.
— Sí —admite y se mira las manos, incapaz de sostenerme la mirada.
Lo dejo sufrir en silencio unos segundos, pero no puedo hacerme la enojada por más tiempo, por lo que cedo y rompo toda tensión con un largo y contemplativo suspiro.
— Bien —digo, aunque me mantengo firme—. Pero me debes una. Cuida de las niñas por el resto del día, tomaré un baño —anuncio aún molesta—. Y págale a Brenda.
Dicho eso, lo dejo solo con sus pensamientos, entro a casa, saludo con un largo abrazo a mis niñas, comentándoles que tendrán toda la tarde con su padre, para luego subir a mi habitación y tratar de distraerme hasta que Philip se recuesta junto a mí bajo las sábanas a la hora de dormir.
— ¿Crees que haya llegado bien a su casa? — pregunta Philip mirando hacia el cielo.
Me detengo en medio de la frase que estoy leyendo y con más calma de la que siento le respondo:
— Creo que deberías hacerle caso y no meterte en sus asuntos.
— Me preocupo por ella —explica y pasa una temblorosa mano por su cabello.
— Lo sé —admito y frustrada abandono todo intento de seguir leyendo—. Tú y yo nos casamos siendo aún más jóvenes que ella —le recuerdo— y se las ha arreglado muy bien hasta ahora, sin ti.
— Lo dices como si no te hubiera afectado lo que nos dijo.
— ¿Lo que "nos" dijo? —enfatizo—. A mí me dijo que lo sentía y a ti te dio tu merecido.
— Estuvo muy fuera de lugar —reclama.
Con un suspiro que más se asemeja a un gruñido dejo mi libro sobre la mesita de noche, sabiendo que no podré retomarlo esta noche.
— Philip, si no vas a admitir que quien se equivocó fuiste tú, no podemos tener esta conversación.
Me acomodo al tiempo que él y nos vemos a la cara unos instantes antes de que él vuelva a hablar.
— ¿También tú crees que me equivoqué? —pregunta con dolor en la voz.
— ¡Por supuesto que te equivocaste! Y no sólo con Harriet, con el muchacho también, ¿has visto a un chico más tierno que él? ¿No viste la forma en que la mira? ¿O como ella habla de él? ¡Son dos adolescentes! Y ambos se merecen una disculpa por lo que hiciste.
Él se queda en silencio y sólo me mira, la preocupación permeando sus finas facciones, luce joven y encantador. De pronto su rostro se suaviza, estira una mano hasta tomar la mía y sonríe.
— Está bien —dice, dejándome ganar, pero con una solemne promesa en su tono de voz.
ꕥꕥꕥ
Hola! Yo otra vez
Quise hacer algo distinto con este extra desde el punto de vista de Catalina ubicado algunos meses en el futuro. ¿Por qué creen que discutieron Harriet y Philip? ¿Quién creen que es "el muchacho"? Esta y otras preguntas que espero tengan serán resueltas en el libro 2!
Estoy muy emocionada por esta segunda parte, hay mucho más smuth, más romance, más drama, más enredos, más de todo... y espero les guste tanto como a mí
Nos leemos en "Di mi nombre, otra vez "
-Jav ꕥ
ꕥꕥꕥ
Actualización: Ya está disponible el segundo libro en mi perfil ❤
ꕥ Si les gusta, denle amor, que lo disfruten!
ESTÁS LEYENDO
Di mi nombre [DMN1]
General FictionHarriet Casanova es una estudiante de Derecho de la OP University que, a pesar de destacarse en sus estudios y ser bastante agraciada, mantiene generalmente un bajo perfil. Tiene una relación seria hace años y sus amigas en la universidad creen que...