Capítulo XVI

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En algún momento la pizza se acabó, la tarde se hizo noche y la temperatura bajó. Philip nos acercó una colcha de la cama para abrigarnos y terminamos abrazados debajo de ella, contándonos secretos.

Me mira divertido, una sonrisa asomando en sus labios, su mano sobre mi cintura.

— Cuéntame —insiste con ojos de perrito.

— La verdad no sé qué decirte —esquivo—, hay muchos momentos vergonzosos en mi vida, tú has visto varios de ellos en poco tiempo.

— Sí —dice aguantando una risa—, supongo que lo he hecho. Es que no entiendo cómo aún estás viva con esa suerte que te gastas.

— Quiero creer que estoy destinada a grandes cosas y la vida me enseña a ser resiliente... —Me mira levantando una ceja—. O eso me digo a mí misma cuando lloro bajo el agua helada porque el gas se ha acabado —finalizo y apoyo mi frente en su pecho mientras el ríe.

— Me asusta que pueda pasarte algo grave alguna vez —admite haciendo que lo mire a los ojos.

— A mí no.

— ¿Qué te da miedo entonces?

Lo pienso un par de segundos, con mis dedos jugueteando en su camiseta.

— Estar vacía —digo en un susurro.

— ¿A qué te refieres?

— A que algún día todas las personas que me rodean se habrán ido de mi lado y me aterra darme cuenta de que, sin otras personas no hay nada en mí. Darme cuenta de que no tengo nada para entregar, que soy un simple cascarón esperando que alguien más lo llene. —Dejo escapar un suspiro—. Ese es mi más grande secreto.

— Es un secreto bastante doloroso, Harriet. Pero debes dejarlo ir, hay muchas cosas geniales acerca de ti.

Su mano sube desde mi cintura hasta mi rostro y lo acaricia, me sonríe con dulzura y comienza a acercarse.

Me quedo inmóvil y espero, muchas ideas se cruzan por mi mente, sé que no quiero que se detenga, sé que me dejaré llevar a la primera oportunidad, sé que mi cuerpo lo desea con tanta intensidad que duele... Pero también sé que debe detenerse.

Antes de que pueda decir algo su boca colisiona suavemente con la mía, el roce de sus labios destruye toda intención de oponer resistencia. Recibo sus besos hambrienta, pero él no tiene prisa. Me besa la mejilla, la mandíbula y el cuello, se detiene en los botones de mi blusa esperando mi aprobación y yo asiento con la cabeza sin aliento. Me besa y abraza con ternura, recorre mi piel con sus manos como si la estuviese moldeando y vuelve a mi boca.

Con cuidado se posiciona sobre mí y me observa, yo quito su camiseta y muerdo mi labio mientras recorro su abdomen con mis ojos y manos. Me sonrojo al enfocar su rostro y notar sus ojos repasar mis pechos aún cubiertos por mi brasier.

— Quítalo si quieres —le digo tímidamente.

Se inclina a besarme, su mano en mi espalda desabrocha sin dificultad mi brasier y su otra mano me acaricia desde la mejilla, baja entre mis pechos, por mi ombligo y se engancha en la cinturilla de mi pantalón. Otra vez me mira pidiendo permiso y yo sólo puedo reír, atraerlo hacia mí en un beso y acompañar su mano debajo de la tela.

No deja de besarme ni abrazarme mientras sus dedos recorren mi centro con experticia. Gimo sin poder evitarlo y me doy cuenta de que el volumen aumenta, me cubro la cara con las manos de vergüenza, intentando sofocar mis gritos. Philip se detiene, separo mis dedos para ver qué ocurre y él me mira divertido.

— ¿Qué ocurre? —pregunto— ¿Por qué te detienes?

— Quiero que me mires. —Me sonríe.

— Te estoy mirando —le digo divertida, aún sin quitar mis manos.

Di mi nombre [DMN1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora