Aunque las luces amarillas de las balizas de los autos de Seguridad del campus son un poco aturdidoras al principio, ni Charlotte ni yo nos detenemos en nuestra carrera.
La he seguido fuera del Campus cuando me ha dicho que su casa quedaba cerca y que podríamos quedarnos ahí hasta que pase la conmoción. Llegamos a un barrio muy elegante y recién ahí dejamos de correr.
— Mi casa es aquella blanca —me dice despreocupada y yo me relajo, sólo tres casas más. Su cara se vuelve seria mientras revisa sus bolsillos y luego de varios intentos me sostiene la mirada—. No tengo mis llaves.
— ¿Qué? —reclamo— ¿Pero cómo? ¿Las tenías en la fiesta?
Frunce el ceño y me mira por un largo rato, parece estar forzando un recuerdo que, para mi mala suerte, el alcohol ha borrado.
— No lo recuerdo —me dice haciendo una cara triste y luego su semblante de ilumina—. Pero podemos saltar la cerca, hay una llave escondida.
— ¿No hay otra opción? ¿Hay alguien más que viva contigo?
— Mis padres se han ido hace días y no volverán en casi un mes.
Supongo que es lo que hay, me digo a mí misma.
— Está bien, saltaremos la cerca —digo sintiendo que es una mala idea.
Charlotte me da indicaciones y me muestra una falla de diseño entre los enrejados de su casa y la casa vecina que hacen muy simple escalar, son casi como peldaños.
— Yo lo haré primero y tú me copias, así te ayudo a bajar.
— De acuerdo —le digo y la veo subir.
Sigo sus pasos y llego arriba justo cuando ella aterriza en su jardín.
— Ahora pasa tu pie por sobre el muro —me dirige en susurros.
Sigo sus instrucciones y paso mi pierna por el muro quedando sentada entre el muro que separa la casa de Charlotte y la de sus vecinos.
— ¡Así no! —me grita ella al tiempo que la alarma de la casa vecina comienza a sonar—. ¡Baja, ahora!
— No puedo —le digo temblorosa, el sonido me desconcentra y una sensación de vértigo se apodera de mí.
— ¡Baja! —me grita y no hace más que aumentar mi nerviosismo.
Siento como eternos minutos pasan y las luces de la casa vecina se encienden.
— ¡Maldita sea, te dije que bajaras! —me grita Charlotte y corre a refugiarse en su casa.
— ¡Charlotte, no! —le digo, pero ya ha tomado la llave de debajo del macetero y entrado a su casa.
— ¡No te muevas —dice la voz del vecino—, o llamaré a la policía!
El pánico y la rabia se apoderan de mí y le grito al sujeto que sigue en las sombras.
— ¡Por favor, señor, esto es un error! ¡Pretendía entrar a esta casa y no a la suya! ¡La chica que vive ahí ha olvidado su llave y dijo que así podríamos entrar! ¡Pero al igual que yo se ha asustado con la alarma y ha corrido a ocultarse! —explico. Y como último recurso agrego—: ¡Soy una buena persona, señor, se lo juro!
La alarma se apaga y todo queda en silencio unos segundos. Un gran foco se enciende en el jardín de la casa y una risa escapa del hombre que hasta hace poco estaba en la oscuridad.
— ¿Harriet, eres tú? —pregumta entre risas.
Pestañeo rápidamente hasta que mis ojos se adaptan a la luz y me quedo sin aire ante lo que veo.
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Di mi nombre [DMN1]
General FictionHarriet Casanova es una estudiante de Derecho de la OP University que, a pesar de destacarse en sus estudios y ser bastante agraciada, mantiene generalmente un bajo perfil. Tiene una relación seria hace años y sus amigas en la universidad creen que...