Capítulo XVII

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Me he desvelado hablando con Félix sobre el tema, él lo entiende. Sé que quiere decirme "te lo dije", pero no lo hace. Me escucha en silencio y hace algún comentario ocasional sobre que "no estaba en mi poder" o que "no tenía cómo saberlo" y de a poco me calma. Cuando el cielo comienza a aclarar, me despido.

— Gracias por escucharme, lo siento por quitarte el sueño.

— No te preocupes, linda. En realidad, no tenía sueño y me alegra que me hablaras de esto —sonrío ante sus palabras, siempre hace que me sienta bien—. Ahora, duerme un poco para ir a la segunda parte de tu congreso sin los ojos inflamados.

— Okay —le miento—. Hablamos pronto, te amo.

— Y yo a ti más, preciosa —dice y corta.

Apago el teléfono y me dirijo a la ducha nuevamente, como si el agua caliente pudiese quitar de mí el pecado. Frente al espejo repaso mi cuerpo, cada trazo de caricia que ha quedado en mi piel. Ahí donde me ha tocado sigue sensible, una pequeña marca roja se ha alojado cerca de mi clavícula y otra en uno de mis pechos.

— Por supuesto que dejó marca —me digo a mí misma mientras me pongo una bandita en el de la clavícula.

Me visto y ordeno mis cosas, no volveré al hotel después del congreso. Suerte para mí mi maleta no es muy grande y no llama la atención cuando dejo el hotel y la ciudad aún no despierta.

Camino hasta una cafetería y ordeno un desayuno, lo revuelvo hasta que se enfría, pero lo como de todas formas.

Me quedo sentada viendo al tazón hasta que el programa matutino en la televisión me avisa que son veinte minutos para las 8 y me fuerzo a mí misma a levantarme, pagar y salir de ahí en dirección al campus de la OO University.

Fuera del salón una inquieta Violeta me saluda con la mano apenas me ve. Me encuentra a mitad de camino y me da un abrazo.

— He caminado con el profesor Emerson hasta aquí hoy —me cuenta animada—, nos hemos encontrado en el camino y me ha dicho que lo acompañe.

Mientras ella lanza un chillido, yo me esfuerzo en sonreír. La verdad es que me da mucha alegría por ella, pero no sé si tenga ganas de hablar de profesores sexys hoy.

— ¿Llegaste hace mucho entonces? —le pregunto para no profundizar en su historia.

— Como diez minutos, nada más —dice ella, atrapando la carnada—. Te envié un texto, pero parece que no te llegaron.

— Oh, sí... Algo le sucede, no quiso prender hoy, quizás tenga suelta la batería o algo.

— Aún hay tiempo para que inicie la jornada, vamos a buscar nuestros asientos y lo revisas.

— Sí, claro —le digo lo más alegre que puedo.

Pasamos por el registro, recogemos el programa, dejamos nuestros abrigos y nos ubicamos en el centro del salón. Hago todo lo que Violeta me sugiere acerca de la batería supuestamente suelta y luego enciendo el teléfono.

— Te dije que funcionaría —me dice con un aire de superioridad y me río de buena gana por primera vez.

— Gracias, Vi —le digo mientras en mi mano mi celular vibra constantemente al llegarle mensajes anteriores. Lo ignoro y lo vuelvo a meter a mi bolsa.

— ¿Te irás de inmediato luego de terminar? —me pregunta haciendo un gesto hacia mi maleta.

— No lo sé aún, sólo no quería volver al hotel después, así que decidí mejor traer todo —me doy cuenta de lo ridículo que suena, pero Violeta no ahonda en el tema, en cambio, su cara se ilumina mientras una idea se forma en su cabeza.

Di mi nombre [DMN1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora