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Una cuadra antes de llegar a casa Yoonji se despidió de Jimin, la jovencita le había pedido encarecidamente que la dejara ahí, puesto que no sabía cuál sería la reacción de sus padres al verla llegar a esa hora y en el auto de un joven, no aceptó el riesgo y aunque Jimin insistió incluso hablar con sus padres para dejarlos tranquilos, Yoonji optó por aparentar una llegada por su propio pie. Por su puesto que Jimin no se había marchado hasta que vio a Yoonji entrar a casa.

La mano delgada y fría de Yoonji tomó la perilla de la puerta, dejó ir un suspiro con los ojos cerrados y entonces entró a casa esperando alguna replica, pero aquello no sucedió, quizás era demasiado noche como para que sus padres se encontrarán despiertos, o tal vez ni si quiera se habían dado cuenta que ella no estaba en casa. Cerró la puerta tras de sí y se permitió recargar su espalda un par de segundos, intentando escuchar algún ruido en casa, pero no fue así, solo el silencio tenía lugar. Tranquilamente fue hasta su habitación, cerró la puerta con seguro y se relajó unos minutos en la silla de su escritorio. Se encontraba aturdida, aún su cuerpo se sentía fuera de gravedad, tenía la sensación de ser totalmente de papel como si aún se encontrase en lo más alto de la rueda de la fortuna, miró por la ventana alta de su habitación y observó detenidamente las estrellas, levantó sus pies y se llevó remotamente a ese recuerdo, cuando pudo sentir el aire entre sus cabellos, incluso en su estómago pudo sentir un revoloteo digno de la altura, cerró entonces los ojos y recordó la imagen de las luces de la ciudad, bajó los pies aterrizando de nuevo a la realidad y llevó su vista hacia sus manos, ahí estaba, fue en ese momento que cayó en cuenta de lo que había hecho, que error más grande.

Negó un par de veces como si aquello remediara el daño, suspiró y entonces dejó en su escritorio la caja de cigarrillos Lucky, perteneciente a Jimin. ¿Cómo había llegado hasta sus manos esa preciada cajetilla? Esa era la interrogante de Yoonji en ese preciso momento pero de inmediato obtuvo la respuesta, una vez que llegaron al auto de Jimin para poder marcharse, el joven en un intento de conquista se quitó la chaqueta de mezclilla y la colocó sobre los hombros de Yoonji, que por su puesto se había negado, incluso hizo un ademan para escaparse del abrigo, pero Jimin ya había abierto la puerta de copiloto y la había tomado del brazo para ayudarla a subir, fue entonces que algo le molestó a la joven, era la cajetilla de cigarros escondida en un bolsillo dentro de aquella, sin pensarlo la tomó y la resguardó por todo el camino hasta que ella bajó y se despidió de Jimin agradeciéndole por llevarla a casa y por prestarle su chaqueta, dejó aquella en el asiento y bajó aún con la cajetilla en sus manos. Pero que descuidada. Ya se los devolvería la próxima ocasión que se encontrará con él. Por el momento deseaba dormir.

Durante todo el fin de semana Yoonji miraba esporádicamente aquella cajetilla, claro que no era en todo momento, más bien, era de vez en cuando, cada que terminaba de leer un párrafo sus ojos se encontraban con la cajetilla que adornaba su escritorio, era incluso extraño para ella, fue todavía más extraño cuando llegó el lunes por la mañana, tomó sus libros y dudó sobre si debía llevar consigo la cajetilla o no.

—Sal de una vez, se nos hace tarde princesa — como todas las mañanas, el señor Min dejaba un par de golpes sobre su puerta, advirtiéndole que se iría a su trabajó pronto.

—Ya voy — Yoonji se decidió por no llevar consigo la cajetilla, la dejó ahí, en el lugar donde la había dejado la noche del pasado viernes.

Instalada en el auto y abrazando sus libros permaneció en silencio, su padre desprendía seriedad absoluta, de reojo la observaba y como si quisiera atraer su atención aclaraba su garganta constantemente, hasta que después de pasar un bache, el hombre rompió ese silencio.

—Nunca llegas tan tarde a casa — pronunció con un tono en la voz cargado de molestia — no fue por que estabas metida en una obscenidad como las chicas vulgares de tu edad, ¿verdad?

1950: Promesa CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora