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Así que estaba ahí, se había aparcado justo frente a la casa de la jovencita, Jimin permaneció ahí unos momentos admirando el jardín bien cuidado de aquel hogar, observaba además las paredes blancas adornadas con ventanales, se preguntaba si ya había sido visto desde dentro, tragó saliva y después de aclarar su garganta y suspirar, miró el ramo, no sabía por qué, pero después de salir de la florería su confianza en sí mismo había ido en decadencia, incluso había manejado a casa de Yoonji con mayor lentitud, como si no quisiera llegar. Una vez que bajó de su auto y acomodó su ropa fue envalentonado hasta la puerta de aquella casa, solo subió tres escalones forrados con elegantes azulejos en tonos blancos, mejoró su postura una vez que se vio frente a la puerta y entonces tocó tragándose su nerviosismo. Le bastó esperar solo unos cuantos segundos, hasta que finalmente la puerta se abrió dejando ver frente a él a un hombre adulto, probablemente de la misma edad que su padre, aunque claramente con un mejor aspecto y cuidado que el suyo.

—Hola buenas tardes vine a buscar a Yoonji, tenemos un proyecto de pintura hoy así que vine para llevarla — Jimin mostró su sonrisa ante una mirada seria que no dejaba de escanearle de los pies a la cabeza.

— ¿Tu nombre es? — el hombre había dejado la puerta solo para cruzarse de brazos y emanar superioridad ante el joven que osaba plantearse en la entrada de su casa con un ramo de rosas.

—Lo siento, olvidé presentarme — Jimin extendió su mano para estrechar la ajena con firmeza —. Soy Park Jimin, estudió en el mismo campus que Yoonji.

— ¿Eso es un Ford thunderbird? — después de inspeccionar el aspecto de Jimin, el hombre llevó su mirada al auto que estaba aparcado en la acera frente a su casa.

—Así es, con un V8 Y-block de 4.8 litros — Jimin giró su rostro para observar su auto, ante sus ojos aquel era bellísimo —, tiene 198 caballos de fuerza.

—Veo que sabes de autos, ¿por qué no mejor entras y esperas a mi princesa? Ya sabes cómo son las mujeres, tardan tanto en hacer algo tan simple, algún día serán remplazadas por alguna maquina con más inteligencia — el hombre se movió hacia un lado invitándole a pasar.

—Gracias — la sonrisa que había mantenido en su rostro tras hablar de su auto había desvanecido después de escuchar el comentario del señor Min, en sus palabras encontró cierta similitud con el discurso que su padre solía proclamar cuando su madre vivía, claro que dicho por el señor Min no sonaba tan vulgar.

— ¡Hwan! Ven aquí y trae algo refrescante para nuestro invitado — el hombre gritó mientras con un gesto en su diestra ofreció a Jimin asiento —, Yoonji, tu amigo está aquí, baja de inmediato.

Jimin se encontraba intimidado por los gritos del hombre, se sentía extrañamente "en casa", no de la mejor manera, nervioso tomó asiento sin ser capaz de mirar al hombre.

—Lo siento, estaba terminado de acomodar la vajilla — la mujer salió de la cocina y miró al hombre por solo unos segundos, después miró a Jimin —, mucho gusto.

—Deja la charla para después a nadie le importa lo que estabas haciendo, no hagas esperar a nuestro invitado, regresa por donde viniste y trae algo pronto — Min se sentó entonces frente a Jimin y le sonrió por primera vez, por supuesto que Park intentó devolverle el gesto supuestamente cordial, pero algo dentro de su pecho y de su estómago no se lo permitió, acababa de darse cuenta que los gritos del sujeto le intimidaban menos que aquella sonrisa, se sentía incómodo, como si su padre estuviese frente a él, en ese momento el envalentonado Park Jimin se redujo a un pequeño niño que observaba una común discusión entre sus padres.

En la habitación de arriba, Yoonji tomó apresurada su bolso amarillo, metió en él algunos lápices, acuarelas y pinceles, también llevó una pequeña libreta de mano, pues en ella anotaría ideas y nuevos conocimientos que le pudieran ser de utilidad para mejorar en su técnica, una vez lista, tomó su bolso y salió de su habitación, no quería hacer esperar a Namjoon, pues sabía que su padre no toleraba su presencia, no quería desatar alguna problemática entre su padre y el joven o peor aún, entre su padre y su adorada madre. Mientras bajaba las escaleras le pareció escuchar a su padre charlar, con la mirada buscó a Kim Namjoon, pero para su sorpresa el joven que permanecía sentado frente a su padre era Park Jimin.

1950: Promesa CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora