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En su diestra aquel cigarrillo a punto de terminarse con la tarde de aquel viernes, en la zurda aquella pelota de beisbol que era arrojada al aire en cada tanto cuando exhalaba el humo, la pelota caía en picada deshaciendo la fumarola creada por los labios de Jimin, quien toda esa mañana y parte del día se la había pasado tumbado sobre su cama.

— ¿De verdad vas a quedarte ahí el resto de la noche? — Kiwook cuestionó con total aburrimiento causado a partir de esa imagen de derrota — ¿prefieres eso antes que ir conmigo al baile?

—Ir al baile contigo es como tomar chocolate caliente en pleno verano Kiwook — Jimin arrojó la colilla del cigarrillo al cenicero y entonces se sentó a la orilla de su cama.

Y yo pensando que te hacia un favor para que no fueses solo como un perdedor — Kiwook chasqueó su lengua contra su paladar totalmente indignado —, es nuestro último año, ¿de verdad vas a perdértelo?

—Así es.

—Entonces, ¿iras conmigo y subirás a mi motocicleta? O ¿prefieres que vayamos en tu auto? — Jimin sonrió con una pizca de burla ante tal cuestión.

—Ni loco me subiría en esa chatarra y menos si debo ir detrás de ti, no somos homosexuales hermano — arrojó con fuerza la pelota de beisbol directo al estómago de Kiwook escuchando la risa de aquel.

—Esa es una buena opción, pienso que deberías de disfrutar tu auto ahora que aún es tuyo, porque cuando sea de Jungkook olvídate de pedirme que te de un aventón — Kiwook se puso de pie y salió de aquella habitación regresándose sobre sus pasos solo para mirar de nuevo a Jimin —, por favor date prisa y no me hagas esperar que no eres una señorita.

Jimin se derrumbó sobre su cama cubriendo su rostro cuestionándose por qué se encontraba en esa situación tan patética, pensando que justo a esa hora podría haber estado llegando al baile junto a Yoonji, pero aquella jovencita había preferido ignorar su petición, enfrascándolo ahora en una situación humillante sin retorno en la que debía asistir al baile junto a Kiwook.

Quizás habían pasado treinta minutos, Kiwook no lo supo con exactitud, pues cada segundo había sido una eternidad, inclusive había dormitado sobre el asiento de copiloto mientras esperaba a Jimin, Kiwook se encontraba ansioso es por ello que segundos antes de que viera a Jimin salir de su casa, había tocado el claxon de su auto un par de veces apresurando a su amigo a salir por fin.

—Ya es tarde Park, las mejores chicas están yéndose a casa o con perdedores oportunistas — Kiwook pronunció esta vez presionando una vez más el claxon del auto.

— ¿Qué demonios importa? Las mejores chicas siempre huyen de los tipos antipáticos como tú — Jimin subió a su auto y entonces emprendió el viaje directo al baile.

A pesar de que ese no era su primer baile, Jimin sentía inquietud, los años anteriores habían sido solo un día de entretenimiento, entre sus conquistas y el alcohol no podía recordar algo que fuera memorable, ni si quiera se tenía que esforzar por conseguir pareja, bastaba solo con insinuarle a cualquier jovencita sobre la noche del baile y eso era todo, no tenía que preocuparse por algo más. Sin embargo, con Yoonji había sido diferente, se había puesto a trabajar en una carta, una carta que fue reescrita por lo menos veinte veces, pues no se sentía convencido con ninguna versión, era por ello que se sentía herido al no tener una respuesta al menos negativa, habría estado bien para él que Yoonji le enfrentara y digiera que no se sentía lista para ir con él, era tan estúpido que una respuesta sin presencia de la joven le afectara tanto que carcomiera sus huesos.

—Y aquí estamos, puedes adelantarte para que no nos vean juntos — Jimin bajó de su auto y esperó que Kiwook bajara y se encaminara primero hacia el salón donde se desarrollaba el baile.

1950: Promesa CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora