Epilogo

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—SE ACABÓ. SAN DIEGO GUARDS HAN HECHO EL REGRESO DE TODA UNA

VIDA. VAN A LA SUPER...

Sonreí y reboté los dos traseros en cada uno de mis muslos mientras los

presentadores de televisión repasaban el juego que había terminado hace una hora. La

mayor parte del juego no había ido como la gente en el palco quería que fuera. Diablos,

pensaba que al menos el setenta por ciento de la audiencia no había querido que las

cosas salieran de la manera en que lo habían hecho.

Debido a que los Guards habían perdido por quince hasta el último cuarto. La

decepción en el palco de la familia del equipo había sido tangible. Intenso y sosegado,

creía que todos habíamos estado en algún tipo de entumecimiento hasta el principio

del último cuarto.

Todos queríamos que ganaran, pero yo probablemente lo quería un poco más

que todos los demás en la habitación, además de las madres preocupadas.

Esta era la última temporada de Harry y había sabido lo mucho que quería ganar.

Lo mucho que quería ir al partido más importante de todos. Por una vez.

Era posiblemente el mejor defensa de la liga y lo había sido toda su carrera. Había

ganado el jugador del año tres veces más desde que nos habíamos casado, había estado

en cada All Star Bowl y ganó premios en programas de televisión... Pero aún no había

conseguido un anillo. El anillo. Había llegado a los playoffs, pero los equipos en los

que estuvo nunca habían ganado el campeonato antes del gran juego hasta ahora.

Y en esta última temporada, el equipo lo había estado haciendo tan bien, todo el

mundo había asumido que por fin sucedería. Entonces, todo había empezado a ir mal,

muy mal, y el sueño comenzó a desvanecerse. Uno de los apoyadores se había

dislocado el hombro. Un defensa lateral había salido cojeando del campo después de

una jugada. La defensa del equipo había sido un desastre. Pero por algún tipo de

milagro, la ofensiva de los Guards puso en escena la reaparición del siglo, la defensa

se reagrupó y ganaron.

Verlo con mis propios ojos no ayudó a que fuera más creíble.

Habían ganado. Jodidamente habían ganado. Me sentía como si yo hubiera

ganado. Como si yo fuera la que iba al gran juego en dos semanas.

—¿Quieres que sostenga a uno? —preguntó la novia del receptor desde su lugar

en el asiento junto a mí, mientras pasábamos el rato en la habitación que había sido

asignada para las familias de los miembros del equipo.

Le di una sonrisa agradecida y negué.

—Estoy bien, gracias. Estoy segura de que saldrán en un minuto.

La joven asintió, retorciéndose las manos mientras sonreía ampliamente.

—Sí. No puedo esperar. —Se mordió el labio y miró a su alrededor, con las

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