Capitulo 10

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El timbre del enorme departamento de Arthur Leclerc resonaba por todos los rincones, de forma insistente, apresurada, desesperada.

— ¿Charles? — preguntó el menor preocupado, viendo a su hermano entrar en crisis.

— Se terminó Arthur. — soltó, lanzándose a sus brazos mientras lloraba.

El menor de los Leclerc suspiró, abrazándolo con fuerza, mientras lo hacia entrar a la sala, lo sabia, siempre lo supo, ese español le haría daño a su hermano y cuando vio esa noticia del supuesto noviazgo con esa chica, lo confirmó.

Oh, quería arrancarle la cabeza, los ojos, las manos, todo, quería destrozarlo, hacerlo pedazos, quería acabar con el, quería hacerlo desaparecer de la vida de su hermano.

— Shh, tranquilo Charlie, estarás bien, te juro que si. — acarició su cabello. — El tiempo sanará todo, te juro que si, por ahora, puedes quedarte conmigo todo el tiempo que necesites.

El mayor asintió, llorando un poco mas, mientras era apapachado por Arthur.

Los días continuaron así, las semanas también, mientras Charles lloraba por todos los rincones, comía helado y chocolate y veía musicales de disney.

Arthur estaba molesto, harto y preocupado, su hermano la estaba pasando mal y mientras tanto, las fotos de Carlos y esa chica rodaban por todo internet, estaban pasando las vacaciones juntos, disfrutando, mientras Charlie sentía que el mundo se le caía a pedazos.

— Charles... — murmuró.

— Estoy bien, ya lloré todo lo que necesitaba. — suspiró. — Necesito volver a ser yo Arthur.

— Llamaré a Pierre y George, vamos a hacer algo loco. — rió, abrazándolo.

Y así lo hicieron, se tomaron una semana juntos, condujeron en la nieve, escalaron, esquiaron, hasta que Charles volvió a ser el.

— Te cambiaste. — le sonrió el monegasco, sacandolo de su ensoñación.

— Si, no puedes recordar, entonces recree el escenario, te mostraré todo lo que sucedió. — le sonrió, sentándose en el suelo, recargando la cabeza sobre el sofá.

— ¿Por qué el suelo? El sillón es cómodo. — Charles preguntó, sentándose en el suelo también, a su lado.

— Lo se, pero estabamos en el suelo ese día. — lo miró, entregándole un trozo de pizza. — ¿Quieres cenar primero? ¿o quieres comenzar a preguntar?

— Podemos cenar y hablar, no me gusta comer en silencio. — murmuró sintiéndose apenado.

— Lo se, te sientes incomodo y lo odias, eres alguien particularmente muy platicador. — comenzó a comer, esperando la pregunta.

— ¿Vale la pena recordar todo Carlos? Se honesto, ¿yo era feliz? — preguntó, mirándolo a los ojos, mientras el.español negaba.

— Lo fuiste, cuando todo inició y cuando comenzamos a avanzar, pero yo lo arruiné, te hice llorar, te lastimé, cometí un error tras otro y quité esa hermosa sonrisa de tu rostro. — se sinceró. — No quiero forzarte a nada y si no quieres saber exactamente que fue lo que pasó, siempre podemos olvidar esto, disfrutar la pizza y beber un par de cervezas, mientras te cuento algun chiste terrible.

— No, quiero saber, no puedo vivir con esa parte de mi vida ausente. — negó. — ¿Puedes contarme como empezó todo?

El español asintió, dándole un trago a su cerveza, para después dejarla a un lado, junto con su plato.

— Fue una noche, igual a esta, habíamos tenido una carrera terrible, yo la abandoné en la segunda curva y tu en la ultima, cuando Lando te chocó. — sonrió. — Vinimos aquí, bebimos unas cervezas, comimos pizza y sucedió, te vi, con las mejillas enrojecidas por el alcohol, con los ojos brillando como dos luceros, deslumbrandome, me hechizaste desde el primer momento, en cuerpo y alma.

— Esa frase es de Austen. — sonrió Charles, queriendo cortar un poco la seriedad del ambiente.

— Si, comencé a leer por ti. — admitió avergonzado. — Estabas aquí, frente a mi, con una sonrisa juguetona, siendo todo lo que eras, un corazón increíblemente hermoso, uno que me cautivo esa noche, hacías bromas, reías escandalosamente e incluso cantabas, lo recuerdo, era Adele.

Enfocó su mirada en el, clavandola sobre sus ojos, sintiendo como si de magnetismo se tratara, sus ojos llamándolo, obligándolo a centrarse en el.

— Te miré y me acerqué lentamente a ti, pidiendo permiso, con precaución, temiendo asustarte. — el español narraba lo que habia ocurrido, mientras repetía las acciones, acercandose hasta sostener su rostro. — Y te besé, sin aviso, sin dudar.

Lo miró nuevamente a los ojos, como pidiendo permiso y Charles, envuelto en la nostalgia del recuerdo asintió, dejándolo hacerlo, besándolo con la misma intensidad, con tantas emociones juntas, que le era imposible describirlo.

Llevó sus manos instintivamente hasta su cuello, acercándose aun mas, mientras se sentaba a hocajadas sobre sus piernas, sin apartarse, dejando la necesidad de respirar como ultima opción.

Y Carlos, el no lo detuvo, había esperado tanto tiempo para volver a sentirlo, a sentir sus labios suaves, sus manos en su cuerpo, su respiración acelerada, había añorado esto por un año, no quería detenerlo, a pesar de saber que estaba mal.

Pronto la necesidad de obtener aire les jugó una mala pasada, los hizo separar sus bocas y Charles junto perezosamente sus frentes, permaneciendo en la misma postura, hasta acompasar su respiración.

— ¿Fue tan increíble como esto? — preguntó, sin abrir los ojos.

— Fue igual. — respondió el mayor, separándose solo un poco, lo suficiente para llevar las manos a su rostro y acunarlo entre ellas. — Te extrañé como un loco mi angel.

— Lo siento. — murmuró en respuesta. — Lamento lo que el destino nos hizo, lamento todo lo que pasó, yo lamento que tu me lastimaras y lamento haberte lastimado también, lamento lo que la vida nos hizo.

— Yo fui el culpable Charles. — se sinceró, mirándolo a los ojos, era ahora o nunca, era la verdad, su apuesta final, su ultimo riesgo. — Hice cosas que te lastimaron, que te hirieron de forma profunda, te mentí, traicioné nuestro amor y yo necesito que sepas eso antes de que revivas el pasado, porque no quiero volver a hacerte sufrir, ya te hice suficiente daño para una vida.

El monegasco asintió, dejandolo continuar, quería escuchar todo, quería saber todo, necesitaba saber como habían llegado a ese punto, como habían caído en ese remolino de desgracias.

— Voy a escucharte Carlos, ya llevamos suficiente dolor ambos, merecemos esto, la oportunidad de redimirnos. — sonrió, besando su mejilla con ternura.

Si, no sabia que había pasado con ellos, no tenia idea de como nombrar sus sentimientos por Carlos, pero sabia que estaban ahí, ocultos en alguna parte de el, esperando el momento oportuno para salir a la luz y el no iba a negárselo.






¡Gracias por leer!❤

Entonces... ¿Que dicen? ¿Charles lo debe perdonar o no?

Tres capitulos en un dia, estoy inspirada ;)

Los amo, besos ❤

Amnesia ||• Charlos •||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora