Pecado XXIII

189 39 8
                                    

No soy un santo, soy más un pecador.

No quiero perder, pero me dan miedo los ganadores. 

Cuando intento explicarme, las palabras se escapan, 

por eso estoy hoy aquí parado.

Voy a rezar.

Sam Smith, Pray

     En la misa del segundo domingo de adviento, Mark volvió a vestir su casulla morada. Al acabar la celebración se acercó a la madre de Donghyuck quien estaba a punto de retirarse. Johnny no se despegaba del pequeño pecador, y durante toda la ofrenda no había volteado sus ojos al sacerdote ni siquiera porque dio la ceremonia prácticamente frente a él. La mujer lo atendió con un poco de reticencia después de que la última vez el padre la encerrara por dos horas para señalarle los errores que había cometido la familia para con Donghyuck y después de ello, hablarle del verdadero amor maternal que El Señor Jesús apoyaba. En especial, con un muchacho tan agradable, inteligente y valiente como su hijo menor.

     —Señora, después de lo que hablamos el domingo anterior y de todo el tiempo en que he estado con Donghyuck, creo que es momento de informarle que no debería obligarlo a venir más. Estoy seguro de que él continuará asistiendo a misa, en especial ahora que es parte del coro, nuestras charlas de orientación ya no serán necesarias. Tome a su hijo de la mano y caminen juntos hasta su casa en compañía de Dios.

     Ella se sintió alegre porque eso significaba que su pequeño rebelde había sido sanado por dios con la ayuda de ese sacerdote. Johnny se sintió alegre también porque ese cura ya no le metería ideas raras en la cabeza a su amigo; además, así se calmarían los estúpidos rumores que aquellos tres idiotas empezaron a impartir por ahí. Donghyuck parecía ser el único que no estaba alegre con aquella resolución.

     —¡Mark! Quiero decir... padre Lee... no deje de hablar conmigo, de hecho, tengo algo que contarle hoy.

     —No dejaré de hablar contigo, Donghyuck, pero la orientación recibida hasta ahora no será necesaria, nos veremos y hablaremos como lo hago con cualquier otro feligrés —le sonrió.

     —Bien, entonces, vamos. Debo platicar con usted.

     —Lo siento mucho, pero hoy no podrá ser. Tengo algunos compromisos —mintió sin importarle esa vez sumar un pecado más a su lista—. Que Dios los acompañe.

     Donghyuck no tuvo más opción que retirarse a regañadientes con Johnny acompañándolo, acabaron sentados en la acera frente a su casa. Eran las ocho de la noche, el clima estaba cálido y en el cielo tiritaban cientos de estrellitas.

     —No sé por qué estás tan molesto —dijo Johnny—. ¡Es lo mejor que puede pasar! Ya no habrá más rumores, nadie intentará decirte bajo moralismos religiosos quién o cómo debes ser.

     —No lo entiendes. Mark es bueno, él nunca me ha hecho daño... Al contrario, es mi amigo y realmente disfrutaba hablarle. Gracias a él la relación con mi familia ha mejorado y ahora que ya no vamos a citarnos todo volverá a ser una mierda.

     —No tiene por qué ser así.

     —¡Pero lo es! Todos me trataban muy bien porque tenían miedo de lo que le pudiera revelar al padre... Sé que es estúpido pensar de ese modo, no es como si Mark pudiera condenarlos al infierno, pero así de básica es mi familia... Ahora, paulatinamente, volveré a ser el incordio.... Estoy cansado de interpretar el papel de Caín.

     Johnny suspiró hondamente.

     —Dentro de pocos días será nuestra graduación, después de eso tendré que realizar unos trámites y me iré de aquí. Me está esperando una casa en la playa, en un pueblo turístico donde trabajaré. Ya todo está arreglado, podrías venir conmigo... si quieres.

     Donghyuck lo miró con los ojos muy abiertos. Empezó a preguntarse seriamente si le gustaba a Johnny, aunque se suponía que este era heterosexual... nunca había dado indicios de lo contrario. Al siguiente día, Taeil llamó a Mark a la oficina de la casa cural, ni siquiera había tomado su desayuno y el tono del otro cura era áspero. Sin saber por qué, se le formó un nudo tenso en el estómago.

     —Sacerdote Lee, estoy enfadado con usted, debo decírselo —increpó Taeil. Mark presentía que tarde o temprano su compañero lo descubriría todo, pero ahora que se estaba enfrentando a ese momento no sabía cómo reaccionar ni qué cosa decir—. Dejé la iglesia a su cargo y confié en usted ciegamente— ni siquiera podía levantar la mirada, se sentía terriblemente abochornado, sus lágrimas casi empezaban a salir—. Dejar el templo abierto es un descuido enorme, padre Lee. Usted no debió haberlo hecho. ¡Se han robado una banca!

     —¡Lo siento mucho, en verdad! Espere...¡¡¿qué?!!

¡¡¿qué?!!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
RELIGARE I [Fanfiction NCT- MarkHyuck/JohnHyuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora