RELIGARE I [Fanfiction NCT- MarkHyuck/JohnHyuck]

Pecado XXIV

Oh, Señor; oh, Señor, ¿qué debo hacer?

Me he enamorado de alguien que no es como tú, 

fue criado en el filo de la columna vertebral del diablo.

The Civil Wars, The Devil's Backbone

     Mark observó el espacio vacío frente al altar. La banca donde una vez le dijo a su dios que esperaría sumisamente hasta el día en el que tuviera que pagar por sus pecados, que no deseaba permitir que Donghyuck se sintiera solo y que nadie volviera a lastimarlo mientras el hombre en cuestión lloraba entre sus brazos... ahora ya no estaba. No hacía falta nada más que esa banca. ¿Quién se roba una banca? No pudo evitar recordar las premoniciones de Donghyuck y sintió que en cualquier visita que le realizara a un enfermo de la comunidad, la encontraría sirviendo de camilla. ¡Señor Jesús! ¿Qué significaba aquella insensatez? Así era siempre todo lo relacionado con Donghyuck: ¡una locura! Mil veces no podía creerlo. ¡Se habían robado una banca! Miraba con insistencia ese lugar sin poder cerrar la boca e incluso así no daba crédito. ¡Faltaba una banca! Y pensar que por eso casi le confiesa a Taeil que había tenido sexo en el templo.

     —Padre —se dirigió a su dios—, esto es un modo de hacerme pagar por mis pecados, ¿verdad? Lo sé, lo merezco. Es solo que... una banca, Jesús Bendito. ¿Quién pudo llevarse una banca?

     No salía del shock. El resto de la semana dejó las puertas cerradas, pero no lograba descansar bien. Se preguntaba qué pasaría si Donghyuck lo necesitaba y, al llegar, la casa de su dios no estaba abierta. También lo echaba mucho de menos. Había buscado apartarlo para protegerlo de los rumores y también para protegerse a sí mismo lo que lo hacía sentir como un cobarde, pero no era fácil renunciar a todo por lo que había luchado, en especial a causa de Donghyuck cuya vida estaba llena de posibilidades. Podría solo graduarse e irse de aquel lugar con un hombre como Johnny y triunfar en un contexto más aperturado y respetuoso. Él, en cambio, no sabía qué podía hacer si dejaba el sacerdocio. ¿Había una vida más allá de eso? ¿Lo perdonaría dios alguna vez por renunciar a todo? Parecía como si estuviera cayendo precipitadamente del cielo. Siempre había sido el niño bueno, el que iba a dedicar su vida a dios, el orgullo de su familia y del pequeño pueblo en el que nació.

     —«Enséñame, Señor, tu camino, para que siga la verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre» —recitaba el Salmo 85.

     Finalmente, la noche del viernes no lo resistió más y a la una de la madrugada fue a dar vueltas dentro del templo. Acomodó unas cosas que estaban algo desordenadas en la oficina y media hora después se dispuso a retirarse, pero sintiendo un vacío en su corazón se asomó por la puerta principal antes de irse. Cuando abrió, Donghyuck quien había estado dormido apoyándose en ellas, cayó sobre sus pies.

     —¿Qué haces ahí, por Dios? —El joven lo miró sobresaltado y luego se levantó rápido para darle un abrazo. Mark lo hizo pasar y cerró la puerta tras él. Se sentaron en una de las bancas— Hace frío en estas épocas y tú estás durmiendo en las afueras del templo como si no tuvieras un hogar.

     —No lo tengo. Vivo en una casa, Mark, pero en honor a la verdad, no tengo un hogar.

     El sacerdote guardó silencio. Odiaba que la casa de Donghyuck no fuera un hogar, saberlo era doloroso.

     —Donghyuck... ¿qué hacías afuera?

     —Todas las noches he vuelto, he esperado durante horas que vinieras a hablarme... Me estás apartando, incluso le has dicho a mi madre que no hablarías más conmigo y lo has dicho frente a Johnny. ¿Cuánto tiempo tendremos que estar separados? ¿Cuánto más vas a fingir?