Pecado XXVII

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Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya...

Bueno, tu fe era fuerte, pero necesitabas una prueba.

Lo viste bañarse en el tejado, 

su belleza y el brillo de la luna te derrotaron.

Jeff Buckley, Hallelujah

     Marzo iniciaba con una noche húmeda, Mark bebía té, sentado en su cama mientras observaba el tráfico por la ventana. Entonces vivía en un departamento pequeño en la capital, no tenía nada más que la cocina y una habitación modestamente amueblada. Los últimos meses no fueron nada fáciles, el Santo Padre había enviado una carta desde Roma donde anunciaba que él fue descomulgado por pervertir a un joven que se había acercado a la iglesia y, además, por mantener relaciones sexuales ahí mismo. Viéndolo todo en retrospectiva, dejar de ser sacerdote no fue tan malo para él; en realidad, supo que eso era lo que haría en el momento en que vio aquella estrella fugaz la última vez en aquel pueblo, aunque no pensaba ser descomulgado... Su fe en dios estaba intacta, sabía que existía; sin embargo, reconocía que él hizo las cosas mal (muy mal, de hecho). A pesar de todo pensaba que dios era amor y que podría perdonarlo puesto que él ya se sentía lo suficientemente mal por sí mismo: la mirada de dolor en el rostro de su familia... y la incertidumbre de no saber sobre Donghyuck lo torturaban, ¿cómo estaría ahora? No se había atrevido a buscarlo porque no tenía nada para ofrecerle y no quería llegar para verificar los rumores de aquellos muchachos rebeldes y volver imposible la existencia de su amado pecador.

     Mark estaba aprovechando sus títulos en teología y filosofía, así que empezó a dar clases en una universidad de la capital, con ello había conseguido pagar ese departamento en el cuarto piso de aquel edificio; en realidad, era un lindo lugar, en su trabajo estaba conociendo personas agradables y él estaba llenándose de nuevas experiencias que llegaban poco a poco; y nunca ni en un solo momento, a pesar de sus tristezas, se sintió alejado de su dios, ni siquiera porque ya no era capaz de recibir ni dar misa... Había sido un duro comienzo, pero ya estaba en marcha y llegó el momento de buscar a Donghyuck y de decirle: «He venido a llevarte conmigo para vivir la vida que tú soñabas...», por eso no podía dormir.

     El lunes, Donghyuck terminaba de empacar sus pertenencias en cajas que serían enviadas a otra ciudad. Su madre se asomó a la puerta de la habitación con sus ojos brillantes y una sonrisa en los labios.

     —Hijo, ¡no vas a adivinar quién ha venido!

     —¿Johnny está aquí? Le dije que nos veríamos más tarde.

     —No soy Johnny —informó Mark asomándose a su habitación. Vestía una camisa blanca de mangas largas, pantalón oscuro y zapatillas negras, pero ya no lucía un santo rosario en su cuello ni cargaba con una biblia y, especialmente, ya no usaba la sotana. Donghyuck abrió mucho sus ojos, inclusive dejó de respirar durante un instante—. Señora, ¿podría dejarnos a solas un momento? —preguntó antes de que la mujer se retirara feliz. Donghyuck frunció su ceño al verlo cerrar la puerta tras él.

     —¿Qué haces aquí?

     —He venido a verte, Donghyuck.

     —Ya lo hiciste, ahora vete —respondió acomodando unas cosas sobre su maleta, con tal de no mirar la cara de Mark.

     —¿En verdad quieres que me vaya?

     —Sí, y que no me busques nunca más.

     —¿Las personas de este lugar te han seguido fastidiando?

RELIGARE I [Fanfiction NCT- MarkHyuck/JohnHyuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora