Pecado XVI

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     Mark sacó a Donghyuck por la puerta trasera, no quería arriesgarse a que alguno de aquellos jóvenes acosadores estuviera por ahí y lo viera. Le dio un beso en la boca para despedirse.

     —Mi madre dijo que se robaron una banca —se burló Donghyuck. Mark sonrió con su mirada baja. Parecía tímido aun después de su reciente descontrol sexual—. Te amo —rectificó el joven .

     —Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios, Mateo 5:8.

     —¿Eso qué significa?

     —También te amo, Donghyuck y Dios no condena el amor.

     El universitario caminó hasta su casa con una gran sonrisa en la boca, le dolió el trasero cuando se impulsó para entrar por la ventana de su habitación y una vez en ella, se lanzó sobre la cama sin ducharse. Estaba sudado, olía a semen, candela y sexo. No quería que nada limpiara esa fragancia, deseaba sentirse así de sucio siempre. Era la marca de Mark y él estaba feliz de llevarla.

     El sacerdote observó la manera en la que Donghyuck se alejó con un paso lento y luego se perdió entre las oscuras calles, cerró la puerta y cuando caminó hasta la casa cural donde encontró a Taeil viéndolo con la boca abierta.

     —¡Hermano Taeil! ¿Qué hace ahí? —se alarmó.

     —¿Qué hago?... Darme cuenta de cómo profanas la casa de Dios.

     Mark sintió nauseas.

     —Puedo explicarlo. Ese beso fue... fue... mi culpa. Por favor, no acuses a Donghyuck.  —Apenas encontraba las palabras.

     —¿El beso?... El beso es lo de menos... ¿Puedes explicar los gemidos que escuché dentro del templo? Me he acercado para ver si encontraba al ladrón de bancas y desde afuera he podido escuchar cómo te has aprovechado de un joven que ha estado confundido con su sexualidad.

     —Taeil, no es lo que parece.

     —¿No lo es? ¿No estabas fornicando en el templo? 

     Mark suspiró y lo miró a los ojos.

     —Sí, lo estaba.

     No vio venir la mano, pero la sintió estamparse por todo su rostro. Nunca antes le habían golpeado y aquello había sido fuerte. Mark no tenía palabras.

     —Mañana irás a la capital, le llevarás personalmente una carta a monseñor —ordenó antes de caminar hasta su habitación.

     El monseñor recibió esa carta que lo enfureció de tal modo que su rostro se tornó oscurecido, él mismo redactó su propia carta y la envió a la máxima autoridad de la iglesia: El Santo Pontífice.

     Habían pasado dos días desde aquel encuentro y llegó la fecha de la graduación de Donghyuck y Johnny quien aún continuaba esperando su respuesta respecto a la invitación para marcharse juntos. Lo desilusionaría al día siguiente porque el más bajo no quería arruinarle su festejo. Después de la ceremonia comieron y bebieron sin llegar a embriagarse, pero aun así caminaron por las calles cantando como dos locos, porque al fin tenían un título universitario entre sus manos; al fin podrían marcharse de aquel maldito pueblo, volver a empezar, ser ellos mismos.

     —¡Llegamos! —dijo Donghyuck casi frente a su casa—. Gracias por acompañarme. En realidad, gracias por todo, Johnny... Has sido el mejor amigo que he tenido.

     —Para mi propio placer, Donghyuck —sonrió. Donghyuck volteó para continuar su camino, pero Johnny lo detuvo antes de que pudiera marcharse, lo colocó de frente y sostuvo su cabeza para robarle un beso. 

RELIGARE I [Fanfiction NCT- MarkHyuck/JohnHyuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora