Capítulo 17: No se justifica el fin por las causas.

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- Profesora, no creo que tengamos que llegar a esos extremos - Dice el profesor de música.

-Pues lo consultaré con él director... Sin embargo, hasta el profesor Rufo lo sugirió.

-Luna... ya te puedes retirar -Me dice el profesor.

No dudo por un segundo y me regreso a los sanitarios para seguir llorando y ahora por el simple hecho que mis acciones le iban a dejar marcas.

¡Soy una estúpida!, ¡Soy una idiota!. ¿Cómo puedo hacerle tal daño a la persona que me quiere?. ¡Noooooo!, ¡Maldita sea la cague! ¡Soy la peor!.

No paraba de gritar las mismas frases una y otra vez. Estaba en una total crisis emocional. Mis llantos se escuchaban hasta el baño de hombres.

Fue entonces cuando la psicologa de la escuela tocó la puerta del sanitario en el que estaba. Y sin más tuve que abrirle, mínimo para que viera que no me había hecho daño (aún).

-¡Luna por favor necesito que te calmes! - Alza la voz la psicóloga.

-¡Es que no puede ser! - Agarro mi cabello con fuerza.

-¡Yo sé porqué lo hiciste, pero en verdad tranquilízate!- Dice e inmediatamente me saca de mis pensamientos.

-¿Qué? - Contesto y quito mis manos de la cara.

-Sí... nos dijo que él te había dicho "puta" un momento antes de que le hicieras eso.

-Pero... pero... - No logro vocalizar. Me impresionó de lo que me dice y en verdad estoy atónita. ¿Cómo es posible que él haya confesado tal ofensa?, aunque ese día no lo dijo... ¿Por qué me defendió si ahorita él se está haciendo la victima?, ¿Estará culpandose para que la responsabilidad no caiga todo en mi?.

-¡No, se está culpando!, eso no es cierto. - Contesto en mi negación, no quito el dedo del renglón. Le hice daño a la persona que más amaba. No se justifica las causas con el fin.

-Luna por favor, todo estará bien - Entra la profesora de cálculo diferencial. -Él está bien, está con la enfermera y no fue grave. Sólo fueron las rozaduras del pañuelo, por eso tenía sangre las heridas.

-¿En verdad? -La miro a los ojos, ella sabe cuánto lo amo y cuánto tuve que pasar para que yo hubiera hecho eso.

-Créeme... Ven conmigo, salgamos y limpiate esas lágrimas. -Me extiende su mano y la acepto.

-Ven, tenemos que ir a la dirección escolar - Dice la psicóloga castrosa y de inmediato me dio otro ataque de ansiedad. ¿Estoy en problemas?... sí, sí lo estoy. Me pregunto y me contesto yo mi misma.

-Me quisiera lavar la cara.. - Busco algún pretexto para que la maestra y la psicóloga me soltaran de los brazos.

-Por supuesto - Desenlazan sus brazos y es mi momento perfecto ya que sin pensarlo dos veces mojé mi cara y en un movimiento corri sin algún rumbo en especifico, pasé justo en medio de ellas dos y sólo escuché un "¡Luna!" de su parte.

Me dirigí a las escaleras; subí hasta el último piso de la escuela me metí a un salón vacío y sin más me dejé caer en el piso. Mis llantos se escuchaban tan fuerte aparte por lo inconsolable que estaba, por el eco qué había.

-¡Levantate preciosa! -Entra al salón la maestra de historia.

-¿Miss Esmeralda? -Levanto la cara para verificar de quién se trataba.

-Preciosa levántate, eres una mujer fuerte y valiente. Alza la cara, saca el coraje y empoderate. Ninguna feminista tiene que estar en el suelo - Exclama la profesora y de inmediato me da un aliento de fuerza, tal vez no sepa qué había pasado unos momentos antes pero simplemente su sororidad fue lo que me hizo volver en sí.

El Morado De Sus MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora