CAPITULO VEINTITRES

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Noviembre de 2032

Hyukjae yacía sobre el pecho de Donghae, sintiendo el trueno del latido del corazón de Donghae bajo sus manos. Miró codiciosamente mientras Donghae reunía su compostura.

Ambos estaban sudados y manchados de nuevo. Donghae tenía los ojos caídos; estaba completamente aniquilado. Era una mirada linda, y Hyukjae sonrió con una sonrisa divertida.

—Espero que envejezcas rápido, —jadeó Donghae. —O vas a matarme.

—Te mantienes bastante bien. Para un viejo.

Donghae resopló, pero sonrió, y Hyukjae sintió que había ganado algo mejor que el Premio Nobel sólo por ver esa sonrisa dirigida a él de nuevo.

Había pasado una semana desde que empezó la locura, y habían estado fuera de la compañía del otro durante no más de diez minutos cada vez.

Hyukjae se sorprendió al descubrir que estaba igual de necesitado y pegajoso que Donghae, si no más, porque a pesar de lo extraño que era todo, Donghae parecía comprometido a aceptarlo y a avanzar hacia una nueva realidad con Hyukjae.

—Estaba mirando casas, —dijo Donghae. —Hay una cerca de la universidad. Cuatro dormitorios. Dos baños. Una cocina espaciosa. Mucha luz.

—¿Para qué necesitaríamos cuatro habitaciones? ¿Variedad? —

Donghae le dijo—: Uno para tu oficina, otro para la mía, porque tu desorden es demasiado. No sé cómo puedes ser un monstruo tan ordenado en cualquier otro lugar menos en tu oficina, pero necesito mi propio espacio.

Hyukjae se había ofrecido a mudarse a Mokpo, pero Donghae había desestimado la idea inmediatamente. —No, —había dicho Donghae. —Tú tienes tu trabajo aquí, y yo tengo buenos empleados en el aserradero. Prácticamente puede funcionar por sí solo.

Mokpo es mi hogar, pero tiene muchos recuerdos unidos a él, buenos y malos. Quiero un nuevo comienzo. Sólo tú y yo juntos.

Hyukjae no había discutido. Lo había considerado, pero la idea de tratar de ir a Mokpo, no sólo para visitas o bodas familiares, sino para vivir a la sombra de los años que Donghae había pertenecido a Sungje, no le atrajo.

Hyukjae se sintió agradecido y contento de que Donghae pareciera ser capaz de dejar pasar todo eso.

—¿Y esa habitación extra? —Hyukjae se preparó, visiones de guarderías bailando en su cabeza. Era un poco pronto para estar planeando eso en la opinión de Hyukjae. Se acababan de encontrar de nuevo.

—Un cuarto de huéspedes, —dijo Donghae. —Para cuando mi familia venga de visita.

—Oh, —dijo Hyukjae. No sabía si estaba aliviado o incluso más horrorizado. Un bebé hubiera sido demasiado para considerar en este momento, pero la familia de Donghae era muy real, y por lo que él recordaba, muy conservadora.

—¿Qué? —Donghae parecía preocupado. — ¿Por qué suenas así? Pensé que querías que viviéramos juntos. ¿Nos estamos apresurando? Podemos ir más despacio.

—Donghae sonaba como si disminuir la velocidad fuera lo último que quería. —Quiero decir, esta casa que vi es genial -perfecta- pero habrá otras casas.

Hyukjae puso los ojos en blanco. —Toma la casa. Y reducir la velocidad no es una opción. Te he esperado veinte años. Consigue una casa, consigue un perro, definitivamente consigue un perro, pero no vayas a ninguna parte.

—En cualquier otra circunstancia, afirmaciones como ésa parecerían bastante controladoras, —dijo Donghae.

—Sí, bueno, somos únicos.

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