CAPITULO TRECE

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Pasaron las horas, y Hyukjae ignoró el golpeteo en la puerta de su cuarto de hotel y el sonido del Dr. Peters llamándolo a través del espeso bosque.

No podía dormir, y tampoco podía hacer otra cosa. Se quedó ahí tirado, escudriñando recuerdos de otro tiempo, y tratando de averiguar cómo iba a seguir viviendo si no podía hacer su trabajo, si no podía bloquear los pensamientos de Donghae zambulléndose en investigaciones y experimentos con nanocitos.

El sonido de la configuración de privacidad de la habitación que estaba siendo anulada hizo que Hyukjae se pusiera de pie, y su boca quedó abierta mientras Donghae entraba, con el Dr. Peters en sus talones, así como algunos miembros de la seguridad del hotel detrás de ellos.

Los ojos de Donghae destellaron de inmediato de enfado y alivio. Hyukjae no podía apartar la mirada de Donghae, pero sabía que debía parecer un desastre tendido en la cama, su camisa arrugada y su cabello frotado en todas direcciones por la almohada. Su cara no estaba educada. Se le veían las emociones.

El Dr. Peters estaba hablando, pero Hyukjae no lo escuchó.

Donghae tragó y dio un paso adelante, extendiendo la mano hacia Hyukjae. —Oye, nos tenías muy preocupados. —Donghae miró detrás de él, hizo señas a la seguridad para que se fuera. Salieron de la habitación, pero Hyukjae tuvo la impresión de que no se habían ido del todo.

Volviendo a Hyukjae, dijo—: ¿Estás bien?

—Estoy bien. —Hyukjae trató de sacar las palabras, pero no pensó que sonara especialmente convincente. Su voz era respirable y extraña.

Horrorizado, se dio cuenta de que Donghae pensaba que era un genio adolescente melodramático que estaba haciendo pucheros por haber perdido los fondos.

Donghae miró hacia el Dr. Peters, esperando seguir su ejemplo.

El Dr. Peters dio varios pasos adelante. Su expresión de cansancio lo decía todo. —Hyukjae, entiendo que estés decepcionado, pero asustarnos así no era necesario.

Hyukjae se limpió la cara con una mano. —Quería un poco de privacidad. Eso es todo.

Donghae pareció sorprendido momentáneamente, aunque Hyukjae no sabía por qué. Pero luego volvió a entrenar su cara para que expresara su preocupación y se acercó un poco más. —Mira, estoy dispuesto a escucharte. Las cosas se pusieron un poco incómodas antes, y eso fue en parte culpa mía. ¿Qué tal si dejamos lo pasado en el pasado y le damos otra oportunidad?

—¿Por qué? —preguntó Hyukjae, poniéndose de pie para tratar de sentirse más en igualdad de condiciones con los dos. Su lengua se movió e hizo palabras, y tan pronto como las escuchó, quiso volver a tomarlas del aire.

— ¿Para que puedas calmar los sentimientos heridos del pobre chico? Mi trabajo estará bien. Con o sin ti.

El Dr. Peters lanzó sus manos para arriba y salió del cuarto. Claramente, ya estaba harto de Hyukjae. Donghae lo vio irse pero no lo siguió. En vez de eso, respiró hondo, cerró la puerta de la habitación y levantó una silla. La giró hacia atrás y se sentó.

Miró a Hyukjae especulativamente desde sus zapatos hasta la coronilla de su cabeza, y luego suspiró, desabrochándose las mangas de la camisa y arremangándoselas.

Hyukjae se quedó sin palabras. No podía apartar los ojos de los antebrazos de Donghae, y la piel que exponía. Los recuerdos de los brazos de Donghae bajo sus manos cuando se besaban volvieron a él. Arrugó sus ojos para sacudir esos pensamientos.

Cuando volvió a abrir los ojos, Donghae tenía los brazos cruzados sobre el respaldo de la silla, y estaba estudiando intensamente a Hyukjae.

—Toma asiento. Voy a ser sincero contigo, —dijo Donghae mientras Hyukjae dejaba que sus piernas se rindieran para sentarse en el borde de la cama.

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